agosto 04, 2011

Sufur, el ciclista

Aún me acuerdo de la sensación de tener a Melania entre mis piernas.

No es exactamente cierta esa historia que siempre cuento de que aprendí a montar en bicicleta a los treinta años. La cosa es un poco más complicada: aprendí a montar más o menos como todo el mundo, de niño, pero pronto me pegué un trompazo de impresión, me quedé casi sin dientes y decidí que eso de la bicicleta no iba conmigo: abandoné el velocípedo y me pasé el resto de los veranos en el pueblo de mi infancia corriendo como un tonto detrás de mis primos que sí montaban en bici. Esta historia tiene dos moralejas: que mi fealdad se debe en parte a un accidente de locomoción y que la cobardía ha sido el rasgo principal de mi carácter desde mi más tierna infancia.

Me mantuve fiel a mi cobardía hasta bien entrado en la mediana edad. Al final se impuso el sentido común y durante mis años en Italia acabé, no sin gran reluctancia, haciéndome con una bicicleta para ir al trabajo. La alternativa era caminar todos los días cincuenta minutos de ida y otros tantos de vuelta a la oficina, algo indudablemente sano pero poco práctico. Compré de cuarta o quinta mano la bicicleta más vieja y herrumbrosa de toda la Toscana y le puse de nombre Melania, porque me parecía clavadita a la mujer de Antonio Banderas: vieja, fea y cada vez más operada. Pese a todo, acabé cogiéndole cierto cariño al armatoste.




Pero una cosa es cierta: ya sea por mi falta de experiencia juvenil o por ineptitud innata, soy un pésimo cicilista. No es solamente que vaya inseguro y con miedo por el carril bici -ni se me ocurre meterme en una carretera con tráfico-, sino que soy un despistado. Sin darme cuenta mi mente empieza a divagar, me pongo a pensar en mis cosas todo bizarras (normalmente estas, estas o estas otras) y me convierto en un misil balístico de alta peligrosidad para perros, niños, viejas, ardillas o cualquier otro ser vivo que se cruce en mi camino. No sé cómo no me maté ni maté a nadie durante esos dos años de conducción atolondrada por las calles de Pisa.

Santander afortunadamente supuso un respiro: en una ciudad de clima tan endiablado, de conductores tan asesinos y de semejantes cuestas, nadie en su sano juicio usa la bicicleta.

Pero no estoy en Santander, sino en Cambridge, y aquí no eres nadie sin una bicicleta con la que ir rodando alegremente sobre los charcos y bajo la lluvia. Me he resistido heroicamente durante dos meses, pero al final he sucumbido: desde ayer, vuelvo a ser un peligro para la Humanidad. La inauguración fue buena: un agradable paseo a Grantchester en la única tarde verdaderamente veraniega que ha habido por estos lares desde principios de junio. Pero hoy ya ha empezado de nuevo la borrasca...




Falta un detalle importante: ponerle nombre al cacharro. Esta bicicleta es mucho más robusta y pesada que Melania; estoy dudando entre los siguientes nombres: Paquirrina, Ofelia, Barberita o Janeway, aunque este último nombre me gusta algo menos. ¿Alguna sugerencia?






14 comentarios:

Mocho dijo...

Francisca.

¿en qué evento warro has inaugurado el arnés?

Sufur dijo...

¿Francisca por la Álvarez Cascos? Le pega... En cuanto al arnés, aún estoy buscando la ocasión perfecta. ¿Alguna sugerencia?

starfighter dijo...

Eyyyy, no te metas con la Janeway que te la mando a Cambridge.

Paquirrina+Ofelia = Pantojita.

Mocho dijo...

Camilla Porker, que suena muy regio y muy puerco a la vez.

No sé, tú eres el que nos pones los dientes largos con los eventos warrones que hay allí

Nils dijo...

teléfono del ciclista rubio dela última foto, sisplau!

Anónimo dijo...

hola sufur, llegué por casualidad a tu blog hace tiempo, me enganché con las entradas dedicadas a tus gatos y ¡pumba! me convertí en un adorador más... creo que tienes que bautizar a tu nueva bici eligiendo un nombre que te resulte lo suficientemente atractivo para que puedas vencer ese miedo infantil que tienes que dejar atrás... por eso, y conociendo tus gustos, ¿qué te parece Empotradora?

mutant_8 dijo...

qué feo eso de aparecer como anónimo... qué torpe soy con las nuevas tecnologías...

Sufur dijo...

Nombre ganador: Camilla Porker o Puérquer, según preferencias de pronunciación. Aunque Empotradora se queda cerca... :-)

Sufur dijo...

Por cierto, Mutant_8, bienvenido!

Peritoni dijo...

Jo, yo iba a decir Barberita en honor a mi alcaldesa, y tenías diminutivo: Rita...
Pro bueno, la Porker no queda mal...

Anónimo dijo...

Que laxa es la memoria... yo aun me acuerdo de Fosgualda (o era Oswaldina?) de
tu primera incursion Cambridgiana...
P

Sufur dijo...

Creo que Oswaldina era la tuya, mi anónimo compañero (y sin embargo amigo) P... ahora bien, lo que no recuerdo es cómo se llamaba la mía: ¡qué infiel es la memoria!

hm dijo...

Ohhhhhhhhhhhhh... llego tarde... yo que te iba a proponer que le adaptases el nombre de algún robusto actor de cine... el género... pues eso...

Una pregunta... ¿le han quedado algunas facultables reseñables en la boca después de esa caída que narra?

Sufur dijo...

Si, si, señor Hm... ¡la de silbar a dos voces! Lo de bautizar a la bicicleta con el nombre de un fornido intérprete de entretenimientos adultos se queda para la próxima, seguro :-)

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