octubre 13, 2011

Mirar un cuadro

Hablamos con el doctor Letizio Tapenade, conservador de la National Gallery, sobre la última adquisición del museo: 

Dr. Tapenade: El Museo está orgulloso de presentar por fin, después de años de duras negociaciones con el anterior propietario de esta obra (quien ha preferido mantener su identidad en el más estricto anonimato), la que será la pieza estrella de nuestra colección de pintura flamenca: "San Perorato Predicando a las Ovejas", atribuido a Frans van Dick (1591-1640). Se trata de una obra singular y de gran dramatismo, notable por su técnica innovadora y por su riqueza en simbolismos y alegorías, tan propias de esa etapa del arte europeo. Es por eso que la dirección del Museo ha decidido colocar el cuadro en una posición privilegiada de la galería, justo entre Rubens y el lavabo de señoras. 




Sufur: en atención a nuestros lectores, ¿podría explicarnos un poco más este cuadro? 

Dr. Tapenade: Nos encontramos ante lo que a primera vista parece ser una sencilla escena bucólica. San Perorato, alumno aventajado de San Francisco de Asís, siguió al pie de la letra el ejemplo de su mentor y dedicó toda su vida a predicar a las bestias. Solía salir al campo y dirigir largos sermones, de unas dieciséis horas de duración, a las vacas y las ovejas de los campesinos locales: de ahí proviene la vieja expresión popular "aburrir a las ovejas". En esta escena San Perorato, a quien se reconoce por sus tradicionales báculo y megáfono, aparece vestido sencillamente con túnica de seda y armiño: observen el realismo con que el autor ha reflejado los pliegues de las vestiduras al caer sobre los diamantes, zafiros y rubíes que recubren las sandalias de este humilde servidor de la Iglesia. Se trata del célebre momento del Discurso del Valle, en el que el Santo recrimina a las ovejas su actitud pecaminosa y las conmina a llevar una vida de castidad y oración. 

Inmediatamente nuestra vista se ve atraída por las ovejas en primer plano: claro ejemplo de los pecados del mundo, las ovejas observan a San Perorato con miradas taimadas y lascivas. La oveja de la derecha, con los labios pintados de carmín, simboliza una humanidad cautiva de las ataduras de la carne. La oveja central, claramente líder del rebaño, se parece notablemente a la esposa de Snyders, odiado rival de van Dick. Por último, la oveja izquierda o siniestra refleja en sus pezuñas los pecados de la avaricia y el mal aliento. Detrás de ellas, el perro pastor es en realidad una alegoría simbólica de papel guardián de la Iglesia. Por contra, el unicornio que vemos al fondo de la escena, junto a la cascada, representa simbólicamente a un perro pastor alemán de tamaño mediano, pelaje pardo y llamado "Fido". 

La escena se enmarca en un paisaje de estilo provenzal, como indican sutilmente las flores violáceas de la campiña, el estilo de los torreones de la ciudad lejana que se intuye al fondo y el cartel de "Bienvenidos a la Provenza" que aparece en primer plano. Adivinamos que se trata de un otoño fecundo gracias a la figura de la vendedora de castañas, de enormes orejas, que asoma tras el Carromato de Saltimbanquis. La opinión de los expertos se divide acerca de la vendedora de castañas: para algunos representa el retrato de Casilda Fillipi, cuñada del cardenal Borromeo y mecenas de las artes, mientras que para otros es una personificación de las agujetas, mal que aquejaba a van Dick desde muy temprana edad. 

Se completa el cuadro descriptivo con la aparición, en la esquina superior derecha, de querubines, tronos y serafines, tocando flautas, pífanos y, al menos en un caso, saxo tenor. Las jerarquías de los ángeles observan la escena con arrobo y tristeza, tal vez sabedores del final que le aguarda a San Perorato (quien, según cuenta la leyenda, murió en martirio, devorado por ovejas furibundas). A la izquierda, por contra, aparecen envueltos en brumas de misterio un espectral esqueleto, tradicional símbolo de los vaivenes de la moda femenina, y una ardillita de cola roja, símbolo del Apocalipsis. Ambos apoyan sus pies sobre un ornitorrinco disecado, detalle simbólico que nos sugiere el beneplácito de San Francisco hacia su pupilo predilecto. 

Con todo esto, van Dick nos está intentando transmitir la fragilidad del empeño humano ante las fuerzas de la Naturaleza, insensibles a los afanes de meros mortales. Solamente el poder divino puede imbuir al hombre de la necesaria trascendencia, especialmente cuando dicho poder se manifiesta como un haz de luz amarilla que sale de unas nubes azuladas. 

Sufur: Una pregunta que se harán nuestros lectores ignorantes en materia de Arte: ¿cómo puede estar usted tan seguro, cuatrocientos años después de que se pintara el cuadro, del significado de todos esos símbolos y de la intención que tenía el pintor al realizar su obra? 

Dr. Tapenade: ¿Ve usted en el cuadro la roca llena de manchas y grietas, esa que parece la cabeza de Manuel Fraga? Simbólicamente, está diciendo: "hagan caso de lo que dice el Dr. Tapenade, estúpidos". No se puede ir en contra de lo que dice la roca… 

Sufur: Por último, sabemos que antes de exponer el cuadro el Museo ha realizado una paciente labor de restauración del mismo, usando las más modernas técnicas informáticas y pictóricas. ¿Podría contarnos alguna anécdota interesante acerca de este apasionante proceso? 

Dr. Tapenade: Me alegro de que me haga esta pregunta. El cuadro llegó a nosotros en un estado pésimo: casi toda la pintura se había deteriorado y caído, de tal suerte que lo único que se apreciaba en el lienzo era el siguiente diseño: 
            LISTA DEL MERCADO: 
  • Media docena de huevos 
  • Un kilo de harina 
  • Tomates maduros para el gazpacho 
  • Papel higiénico 
  • Salvaslip (con alas) 
A partir de ahí, con paciente esfuerzo, nuestros expertos en restauración consiguieron recuperar el cuadro que ustedes pueden disfrutar a partir de hoy, y que sin duda es lo que van Dick habría pintado si no hubiera sido manco de ambas manos. ¡Un gran triunfo para el Museo!

4 comentarios:

MM de planetamurciano dijo...

Pues porque sé que es ficción, pero este sabio del arte tiene más credibilidad que cualquier político, por poner un ejemplo. Que poder de convicción, jolines.

delara dijo...

Muy bueno. Escribes muy bien.

hm dijo...

Estimado señor Sufur... el señor Trapende miente como un bellaco. El lienzo original del "San Perorato Predicando a las Ovejas" se encuentra en mi poder, como podrá comprobar en su correo.

Es necesario que desenmascaremos a estos falsos entendidos en arte que se aprovechan de almas cándidas como nostros dos ambos.

Atentamente.

Montgomery Burns.

Palabra de verificación, momat... no podía ser más apropiado.

Deric dijo...

estás fatal! ;)

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