ESCENA XIII
(El interior de un camerino abandonado en el interior de un ala ruinosa del teatro. Es una habitación polvorienta y llena de telarañas, con un suelo de maderas medio podridas, un armario y un baúl al fondo. Del camerino se abren tres puertas, una al pasillo exterior, otra a una alcoba diminuta (también en escena) con un camastro apolillado y una tercera que, aunque no aparece en la escena, da a un cuarto de baño. Mike (a secas) está a solas, dando vueltas nerviosamente de un lado a otro. Va vestido con una gabardina y unos pantalones raídos, zapatos sucios y tres sujetadores en la cabeza. Alguien llama bruscamente a la puerta. Mike abre con cuidado. Entra el señor Casposa)
Sr. Casposa: Demonios, Mike. Hacía años que no pisaba esta parte del teatro. ¿Por qué me ha hecho venir? Soy un hombre ocupado. ¿No podría haber venido usted a mi oficina, como está mandado?
Mike: Lo siento, señor Casposa. Nadie debe saber que nos hemos visto. Tengo que hacerle dos preguntas, que son estas: ¿sabe usted qué hay escondido debajo del patio de butacas? Y segunda, ¿quiénes son las personas que han desaparecido en las últimas semanas?
Sr. Casposa: Respecto a lo primero, no tengo ni idea de lo que me está hablando, amigo. Bajo el teatro solo hay detritus, fango, piedras y caca: lo mismo que bajo el resto de la ciudad. En cuanto a su segunda pregunta, lo de las desapariciones se ha exagerado. Simplemente dos de los empleados de la compañía dejaron de venir a trabajar sin previo aviso: un tramoyista y el encargado de la carpintería. Es cierto que nadie ha vuelto a saber nadie de ellos, pero yo no lo llamaría una desaparición. La gente hace cosas raras, a veces, especialmente en esta profesión. Contraté sustitutos y la vida siguió adelante.
Mike: ¿Quiénes son los sustitutos?
Sr. Casposa: Y a mí qué me pregunta. De esas cosas se encarga mi secretaria. Hable con ella. Le aviso de una cosa: es tonta. De remate. Pero se le da bien la taquigrafía y se deja meter mano, cosa que no hace mi mujer.
(De repente se oyen golpes titubeantes en la puerta. Mike maldice y hace callar al señor Casposa)
Mike: Rápido, escóndase. No pueden verle aquí hablando con un sujetador de sujetadores cualquiera. ¡A la alcoba!
(El señor Casposa pasa a la alcoba y se esconde bajo la cama. Mike abre la puerta. Entra Peggy, vestida con un traje negro ajustado que hace que parezca una morcilla)
Peggy: ¡Mike! Tengo una cosa importante que decirte.
Mike: ¿Cómo sabías que estaba aquí?
Peggy: Soy muy amiga de la secretaria del señor Casposa. Oí cómo le daba el recado de de que se encontrara contigo aquí. Verás, lo que tengo que decirte es que...
(Tocan de nuevo a la puerta. Mike, visiblemente alterado, empuja a Peggy hacia la alcoba haciéndole gestos para que permanezca callada. Peggy obedece, entra en la alcoba y se tumba encima de la cama, hundiendo el colchón. Se oye un quejido ahogado desde abajo. En el camerino, Mike abre la puerta. Entra el Fantasma de la Ópera)
Fantasma: Hola, pollo. Pasaba por aquí y he pensado en enseñarle los últimos arreglos que he hecho para mi futura ópera. Se trata de una apasionada aria en la que Seagal se lamenta por el avance incontenible de su papada, y...
Mike: Muy interesante, señor Cifuentes, sí, pero ahora no es el momento... Por cierto, ¿cómo sabía que me encontraría aquí?
Fantasma: ¡Oiga, un respeto! Que soy el Fantasma de la Ópera: yo lo sé todo, yo lo veo todo.
Mike: Entonces, sabrá decirme quién estuvo rondando por el teatro hace dos noches...
Fantasma: Naturalmente: yo. Es mi trabajo, y lo hago estupendamente. La duda ofende. Hoy está usted de lo más antipático.
Mike: ¡Me refiero a aparte de usted, vieja momia! Sé de buena tinta que un par de intrusos estuvieron husmeando por la zona del patio de butacas buscando algo. Puede que en relación con unos arenques, o unas excavaciones, o ambas cosas a la vez. Sospecho que uno de ellos intentó matarme anoche.
Fantasma: La gente ya no tiene modales. En mis tiempos, antes te arrojaban un guante a la cara, por lo menos. Por cierto, ¿ha dicho intrusos? Eso explicaría lo del aroma... Aquella noche antes de irme a la cama me extrañé por el olor a hembra fértil que flotaba en esa sala. Me chocó: las limpiadoras son todas señoras menopáusicas y huelen peor. ¿De qué se sorprende? Yo estas cosas las noto, ¿usted no?
Mike: Muy interesante, señor Cifuentes, sí, pero ahora no es el momento... Por cierto, ¿cómo sabía que me encontraría aquí?
Fantasma: ¡Oiga, un respeto! Que soy el Fantasma de la Ópera: yo lo sé todo, yo lo veo todo.
Mike: Entonces, sabrá decirme quién estuvo rondando por el teatro hace dos noches...
Fantasma: Naturalmente: yo. Es mi trabajo, y lo hago estupendamente. La duda ofende. Hoy está usted de lo más antipático.
Mike: ¡Me refiero a aparte de usted, vieja momia! Sé de buena tinta que un par de intrusos estuvieron husmeando por la zona del patio de butacas buscando algo. Puede que en relación con unos arenques, o unas excavaciones, o ambas cosas a la vez. Sospecho que uno de ellos intentó matarme anoche.
Fantasma: La gente ya no tiene modales. En mis tiempos, antes te arrojaban un guante a la cara, por lo menos. Por cierto, ¿ha dicho intrusos? Eso explicaría lo del aroma... Aquella noche antes de irme a la cama me extrañé por el olor a hembra fértil que flotaba en esa sala. Me chocó: las limpiadoras son todas señoras menopáusicas y huelen peor. ¿De qué se sorprende? Yo estas cosas las noto, ¿usted no?
(De nuevo llaman a la puerta. Mike obliga al Fantasma de la Ópera a esconderse dentro del baúl. Hace su entrada Ramona, también conocida como Scarlett Bustillo)
Mike: ¡Scarlett! ¿Cómo me has encontrado?
Scarlett: Le pregunté al Fantasma de la Ópera.
¡Oh, Mike, estaba preocupada por ti! ¿Dónde coño te has metido? Ayer no viniste a trabajar. Tampoco vino uno de los tramoyistas, el nuevo. Pensé que podría haberos pasado algo malo...
Mike: Nada fuera de lo común: estuve haciendo unas investigaciones, alguien intentó pegarme un tiro, desayuné churros... cosas de detectives, ya se sabe. ¿El tramoyista nuevo, has dicho?
Scarlett: ¡Churros! Me encantan. La próxima vez, invítame...
Mike: Nada fuera de lo común: estuve haciendo unas investigaciones, alguien intentó pegarme un tiro, desayuné churros... cosas de detectives, ya se sabe. ¿El tramoyista nuevo, has dicho?
Scarlett: ¡Churros! Me encantan. La próxima vez, invítame...
(Un fuerte aporreo en la puerta interrumpe la conversación. Mike conduce a Scarlett al cuarto de baño y le dice que se esconda tras la cortina de ducha. Luego se dirige a la puerta principal y la abre. Entra una mujer morena, escultural. Viene vestida con un un abrigo que no impide apreciar sus curvas. Lleva la palabra "pecado" escrita en la cara. Al verse reflejada en el espejo, se detiene y se retoca el maquillaje hasta borrar las letras. Aprovecha para retocarse los labios con una barra en la que está dibujada una calavera negra)
Mike: ¿Quién...
Desconocida: ¡No hables, Mike! ¡No rompas este mágico momento! No finjas: sé perfectamente que sabes quién soy. He visto cómo me mirabas cuando nos cruzábamos por los pasillos. Yo también te miraba... con deseo. No hay nada que me ponga más caliente que un hombre con sujetador. Oh, Mike... sé que soy una simple actriz secundaria y tú eres un hombre de mundo. Entiendo que Samantha Whopper es poca mujer para tipo duro como tú, que puede tener a todas las hembras que desee, pero no puedo dejar de pensar en ti. Quiero que tus firmes brazos me rodeen, que tus labios me saboreen, que tus dedos me recorran entera: ¡hazme tuya! (la mujer se desabrocha el abrigo y lo deja caer: debajo está totalmente desnuda).
Mike (retrocediendo): Señorita Whooper, se equivoca...
Samantha: Ambos lo estamos deseando... tócame... ¡bésame!
(Vuelven a tocar a la puerta. Mike suspira aliviado, y hace que Samantha se esconda en el armario. Ésta parece muy contrariada e intenta desesperadamente arrancarle un beso a Mike, mientras éste empuja con fuerza la puerta del armario para que los enormes pechos de la mujer puedan entrar en el reducido espacio. Luego se dirige a abrir la puerta del camerino)Pizzero: ¿Han encargado una con doble de queso y salchichas?
Fantasma (saliendo del baúl con un teléfono móvil en la mano): he sido yo. Me entró hambre y...
Mike: ¡Rápido, vejestorio, vuelva a meterse en el baúl! Y tú, ¡detrás de esa cortina! La pizza se queda conmigo.(Vuelven a tocar a la puerta)
Morecock: La vida es un vasto erial de ánimas en pena, Mike. Vagamos sin propósito ni guía en un yermo hostil y aterrador. Vengo del funeral de mis amigos. No ha hecho falta incinerarles: venían ya carbonizados. Qué práctico y qué poco glamouroso a la vez. Todos me abandonan envueltos en llamas: primero Véronique, luego mis amigos. Estoy solo en la vida.(Los dos se esconden mientras Mike pega un mordisco a la pizza y abre la puerta. Entra Tyrone Morecock, vestido con un traje negro)
Mike: Mi más sentido pésame. No sé qué decir...
Morecock: Hay algo que no entiendo. He estado hablando con el encargado del Bananas, que también ha estado en el entierro, y me ha dicho que estuviste haciendo preguntas sobre mí anoche. Bueno, no me dijo exactamente que fueras tú, pero al referirse a "un tipo calvo horripilante con pinta de batracio grimoso" supe que no podía tratarse de otro. Poco después un tipo disfrazado de Wilfried Knight estuvo preguntando por ti y en cuanto le dijeron por dónde te habías ido salió disparado en tu busca. ¿Qué está sucediendo, Mike? No lo entiendo, probablemente porque soy tonto de nacimiento. Y algo putón. ¿Se trata de eso? ¿Es algún lío de celos? Tengo muy mala memoria: no recuerdo haberme entrometido entre ninguna pareja durante la última semana...
Mike: No, no es eso. Esto no tiene nada que ver contigo.
Morecock: Peor aún. Sonará raro, pero la idea de que una pareja se peleara por mi cuerpo me animaba un poco. Significaba al menos que alguien me quería, y ya no estaría tan solo y triste...
Mike: Filiberto, estás muy afectado. Creo que deberías irte a casa, darte un baño e irte a dormir. Verás cómo mañana todo lo ves mejor.
Morecock: Necesito compañía esta noche, Mike. Aunque sea la de un esperpento subhumano como tú.
(Morecock se va desnudando ante los atónitos ojos de Mike)Morecock: Mike, abrázame. No te arrepentirás... hazme el amor. Y ya de paso cuéntame qué pasa exactamente. Clávame tu dardo y dime todo lo que sabes... Sobre todo esto último...
(Tyrone acorrala con facilidad a Mike y empieza a achucharlo. Mike finge resistirse durante un rato. Pero cuando la situación empieza a calentarse de veras alguien llama a la puerta una vez más. Mike suspira, indica a Tyrone que se esconda en el armario y abre la puerta. Entran tres coristas sobrealimentadas y con grandes domingas, acompañadas por Madame Giry)Mme. Giry: Venimos a recoger los sostenes de estas tres muchachas. Los necesitan para la función de esta noche...
(Con el peso de tantas personas en tan poco espacio, el suelo cede. En medio de un gran estruendo y gritos desesperados, todos caen hacia el abismo)
(continuará)
1 comentario:
Y dos huevos duros...
P.
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