diciembre 02, 2012

Novedades a la parrilla (televisiva)

A estas alturas, uno parece que ya lo ha visto todo en televisión. Los reality shows se suceden en las distintas cadenas, intentando siempre superar en imaginación (pero sobre todo en audiencia) a los anteriores y a la competencia. Hemos visto grandes hermanos, supervivientes, hoteles llenos de VIPs, granjas con vacas de dos y cuatro patas, academias de baile, de canto, de popstars, de cocina, quién quiere casarse con el idiota de mi hijo (y aguantarme a mí, aún más idiota, como suegra), ... Parece que ya está todo inventado.




Pues bien, yo creo que aún podemos exprimir un poco más la gallina de los huevos de oro. Yo (concretamente, como diría Elvira Lindo) tengo unas pocas ideas que me gustaría compartir con los directivos de las principales cadenas de televisión nacionales, a cambio por supuesto de unas modestas royalties y derechos de autor (que es lo mismo que las royalties, pero en Burgos) que me permitan dar la entrada de ese castillito en el Loira tan cuco con el que siempre he soñado. He aquí algunas de esas ideas:
  • Academia de Astrología: Octavio Acebes, Aramís Fuster, Rappel y otros famosos adivinos patrocinan a un grupo de aspirantes a taumaturgos. En el proceso de selección se valoran las siguientes cualidades: tener acento, ser misterioso, vestir mal. Los distintos concursantes entran en un caserón en lo alto de un risco, rodeado de manadas de lobos y murciélagos chupasangre, sin más equipamiento que una bola de cristal y un mazo del tarot cada uno. En seguida comienzan las pruebas: lectura de manos, cartomancia, limpieza de auras, imposición de manos, sacrificio de aves, potingues y pócimas. Las reglas del concurso permiten que los concursantes se lancen males de ojo y maldiciones entre sí. Cada semana se nomina a una serie de concursantes dependiendo de sus puntuaciones en las grandes disciplinas astrológicas: Salud, Dinero, Trabajo y Amor. El público puede salvar a su brujito o brujita particular favorito mediante largas llamadas a números 906 en los que, de paso, se podrá saber si Marte favorece o no la suerte cada uno. Los concursantes que fallen en las pruebas, sean convertidos en rana o no pasen la votación del público quedan eliminados del concurso. Finalmente un solo vencedor emerge, investido de los poderes de la magia blanca y un generoso cheque con el que montar su propia línea telefónica de adivinación. Pero en último término se descubre que todo el concurso estaba amañado, porque el nombre del vencedor estaba ya escrito de antemano en los astros, y se produce un pequeño escándalo.
  • Gran Becario VIPS: un grupo de famosos del mundo de la farándula (por ejemplo: Yola Berrocal, Massiel, la Terelu, Dinio, Fran Rivera, Tamara y David Bustamante) son reunidos por un equipo de profesores titulares de Universidad dirigidos por un catedrático despótico. A cada uno se les proporciona una pequeña mesa, una terminal de ordenador y una capsulita de cianuro que podrán morder en caso de desesperación extrema en las fases avanzadas del concurso. El catedrático propone un tema de investigación. Los profesores titulares transmiten esta información a los aspirantes a becarios. Los becarios leen varios cientos de páginas de documentación al respecto, aprenden varios lenguajes de programación, escriben miles de líneas de código, corren programas, realizan tests, encuentran problemas, buscan soluciones, ordenan resultados y escriben un artículo. El catedrático firma el artículo en primer lugar. Los profesores titulares firman el artículo en orden alfabético. El aspirante a becario firma en último lugar. Se elimina al aspirante a becario cuyo artículo haya producido menor número de citas y al se repite el proceso desde el principio con los aspirantes restantes. El último VIP recibe como premio una beca del Ministerio, ahora que escasean, que le permitirá ralizar una tesis doctoral. Con dicha beca el becario podrá pagarse: un bocata de calamares al día, un alquiler en un piso compartido en las afueras de la ciudad, un bonobús. Pasados unos años, el becario podrá intentar cambiar su beca por otra beca postdoc y se sentirá bastante bien si no se ríen en su cara.
  • Operación Operación: un grupo de cirujanos in pectore son recluídos en una clínica privada de provincias. Cada semana deben realizar una operación quirúrgica de creciente complejidad. Los pacientes son voluntarios anónimos que pueden elegir entre prestarse al concurso o afrontar las listas de espera de la Seguridad Social. La superviviencia de los pacientes se valora positivamente. Se producen interesantes rencillas televisivas cuando los concursantes intentan ponerse la zancadilla entre sí (por ejemplo cambiando subrepticiamente el hilo de sutura del rival por seda dental). El vencedor obtiene un título de Medicina expedido por la Universidad de Chatawoomba, Ghana, y el semifinalista obtiene como premio de consolación los órganos sobrantes de las operaciones, para que pueda enriquecerse vendiéndolos en el mercado negro.
  • Mira quién especula: un grupito de promotores inmobiliarios es conducido a una romántica localidad costera de pescadores. El objetivo del concurso es descubrir quién puede vulnerar el mayor número de veces la ya de por sí vergoncífera Ley de Costas con el máximo beneficio. En la primera parte del concurso, los participantes "untan" a las autoridades locales. En una segunda parte, se convierten en las autoridades locales. Como en una metamorfosis, las concursantes femeninas se vuelven rubias y se operan los labios. Los concursantes masculinos desarrollan barriga y camisas hawaianas abiertas con cadenas de oro al cuello. Se alzan rascacielos, se construyen piscinas y campos de golf y la población local ve cómo desaparece su estilo de vida y debe emigrar a partes más tranquilas y menos caras, por ejemplo Tombuctú. Al final ganan todos, sobre todo uno de los concursantes que se convierte en alto cargo del PP.
  • Enigma: doce concursantes de ambos sexos son seleccionados tras un prolongado casting donde son sometidos a todo tipo de pruebas denigrantes. Secretamente, sin embargo, los productores del programa han decidido que el casting es irrelevante y eligen a los concursantes a dedo. Los doce afortunados son introducidos en una pequeña casita aislada sin que se les explique las reglas del concurso: solo saben que deben competir por un premio que asciende a cien millones de euros o una garrafa de aceite de oliva virgen, lo que tenga más valor en el momento de emisión del programa. Dentro de la casa no hay nada más que un mobiliario espartano, una cocina equipada con un juego completo de cuchillos japoneses Ginsu y un pequeño cuartito con herramientas: martillos, hachas y una sierra eléctrica. Comienza el concurso. Los concursantes no tienen nada que hacer, ni siquiera cocinar su propia comida, que les es suministrada a través de un montacargas a intervalos regulares. Van pasando los días sin que se sepa muy bien qué debe hacerse para ganar el premio. Los temas de conversación intrascendente se van acabando y la gente comienza a echarse miraditas extrañas unos a otros. Algunos de los concursantes demuestran tener tics nerviosos apenas bajo control. Pasado un mes desde el inicio del programa se introduce una novedad: cada vez que alguno de los concursantes lleva durmiendo más de dos horas seguidas empiezan a sonar alarmas por toda la casa. Eso crea cierta incomodidad en el ambiente. Se forman unas pocas parejas que despiertan el recelo de los demás concursantes, quienes intentan destruirlas recurriendo a variopintas técnicas de guerrilla urbana. Se producen ataques de celos y desengaños, con esporádicos episodios de histerismo. Pasan los días y semanas, los concursantes empiezan a desconfiar seriamente. Uno de los más introvertidos tiene un sorprendente accidente, resbala y cae sobre un cuchillo, unas doce veces consecutivas, y es tenido que ser retirado del concurso en una caja de madera. Los concursantes restantes quedan horrorizados y deciden que es el momento de estar los unos al lado de los otros... porque no se fían de que los unos estén detrás de los otros. Hay comentarios sardónicos y miradas de reojo. Comienza una división de bandos: paranoicos contra maniáticos persecutorios. Siguen pasando días y noches insomnes, los paranoicos reconquistan el cuarto de baño tras una dura campaña militar para descubrir que una facción de depresivos lo ha estado utilizando para intentar suicidarse, con desiguales resultados. Surge un líder de acusada megalomanía, intentando poner orden, pero sus consejos caen en saco roto. Al poco, él mismo cae en un saco, roto (concretamente, a la altura del occipital). Siguen unos días de confusión y combustiones espontáneas de concursantes. Las risas desquiciadas indican que por fin alguien se lo pasa bien. Finalmente, el último superviviente es sacado de lo que queda de la casa, se le entrega el premio prometido y o bien es internado en un psiquiátrico o bien es elegido Ministro de Economía y Competitividad.

4 comentarios:

Justo dijo...

En el contexto actual, creo que Operación operación merece ser llevada a antena. Será electrizante a la par que edificante.

¡A ver si te van a fusilar la idea!

Anónimo dijo...

Yo veria cualquiera de los programas, sin duda mejores que el programa de la Maria Teresa Campos o el Salvame, y casi mejores que el Salvame Deluxe con la Belen Esteban.
¡Lo que hace un fin de semana de lluvia y frio!

Besucos.

Agustín.

MM de planetamurciano dijo...

¡¡Que grande todo!! Debería usted registrar derechos que le aseguro que en menos de lo que canta un gallo, tendremos cosas parecidas.
Yo añadiría uno con políticos, gobernantes y altos directivos...Sería uno muy cruel y humillante...Por no hablar de un Gran hermano enteramente gay y con cuarto oscuro.

Moriarty dijo...

En la primera de ellas había leído academia de aerofagia. ¿Es grave, doctor?

Saludos.

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