marzo 04, 2013

La tribu

Se trata de una idea recurrente en nuestra cultura. Una especie de fantasía o necesidad soterrada que flota en el ambiente, que se ha intentado en incontables ocasiones y que sin embargo no termina de cuajar en este mundo. Yo lo llamo el síndrome Friends:
Rachel, Monica, Phoebe, Joey, Chandler y Ross son seis amigos de treinta y tantos años que viven en Manhattan, una de las ciudades más populosas del mundo. Sin embargo, parece que se las apañan para estar siempre juntos. Dos de las chicas viven en un apartamento cuya puerta nunca está cerrada: los distintos miembros del grupo entran y salen libremente, pasan las horas en ese salón y allí comparten alegrías, penas, amoríos, riñas y momentos cómicos. El grupo funciona como una familia muchas veces preferible a la familia biológica, cuidándose unos a otros aunque la relación no sea perfecta. Cuando no están en la casa de las chicas, los amigos se encuentran en un bar donde siempre tienen el mismo sofá libre para ellos. Y todo esto aunque cada uno trabaje en un punto distinto de una ciudad enorme, peligrosa, alienante y agotadora.
Todos sabemos que es una serie de ficción y por eso pasamos por alto alegremente la práctica imposibilidad de que algo así ocurra en una sociedad individualista y estresada como la nuestra; y sin embargo gran parte del éxito de la serie es que ese mito de la pandilla-familia nos toca muy dentro a muchos. La idea está muy presente en la cultura popular, como demuestran montones de casos análogos en series televisivas, desde Las Chicas de Oro a Los Serrano, por poner solo dos ejemplos bien lejanos en el tiempo y en el espacio.



A medida que envejezco me atrae más y más esta idea de "tribu": un grupo de personas unidas por lazos de muy variada índole (familiares, sentimentales, ideológicos, sexuales, aficiones, intereses comunes) que se asocian para apoyarse y favorecerse unos a otros. Soy maricón, inconformista, promiscuo, libertario y escéptico ante los cuentos de hadas: no creo en la eternidad de las relaciones de pareja, la noción de familia nuclear me provoca arcadas, no voy a tener hijos y creo que, al menos las personas como yo, en la vejez estamos abocados a la más espantosa soledad a menos que consigamos hacernos con una red de amistades sinceras y cercanas que resista de alguna manera el paso del tiempo. Cada vez van apareciendo más grupos de amigos/compañeros que llegados a una edad se van a vivir juntos para cuidarse y hacerse compañía unos a otros, en lugar de ir a una residencia de ancianos o fosilizarse en casas de hijos que están demasiado ocupados. No me gusta cómo nuestra sociedad trata a los ancianos, pero dado que ésta (la sociedad) es la que es, la única alternativa que veo al ostracismo y la soledad es esta: tener dinero, y formar una red de apoyo y cuidado mutuos.

Esto no se limita a la tercera edad. La psicología, la sociología, la antropología y la estadística nos demuestran una y otra vez que somos animales sociales pero que tenemos problemas para gestionar grupos. Los grupos pequeños (en torno a la decena o veintena de individuos) son los que más confortables nos resultan, pero a partir de un determinado número la eficiencia se degrada a menos que aparezcan jerarquías; los grupos pequeños no pueden sobrevivir por si solos pero los grandes llevan a burocracia, estratificación, desigualdad y problemas derivados de la ansiedad y la soledad "en medio de una ciudad de un millón de almas". Nuestros cerebros y glándulas funcionan por asociación y según leyes locales, pero se nos enseña que por un lado debemos ser individuos autosuficientes y al mismo tiempo que debemos someternos, acatar y adoptar las regulaciones y convenciones de una sociedad que es demasiado grande para abarcarla, demasiado sofisticada para entenderla y tiene demasiada inercia para ser desviada de forma significativa. El punto de equilibrio entre ambos polos no ha sido encontrado hasta la fecha, pero yo creo que debería asemejarse un poco a esos grupos de afinidad de pocas personas que operan dentro de una sociedad más grande.

La idea no es nueva y han surgido multitud de aproximaciones a ello, incluyendo la familia extendida (la formada por padres, abuelos, tíos, cuñados, primos, etc, no esa cosa tan triste que predomina ahora y que es la "familia nuclear" formada por papá, mamá y el niño), la comuna hippie, las logias masónicas, los clubs de caballeros, el kibbutz israelí, las peñas de quintos, las cuadrillas de toda la vida, las reuniones de vecinas, los pelotones militares, el club de golf, los monasterios y conventos de clausura, las comunidades de swingers, ciertos tipos de multipropiedades, e incluso algunas corporaciones industriales. La mayor parte de esas agrupaciones hacen aguas tarde o temprano, lo que demuestra la dificultad no solamente de llevar a cabo esta idea, sino de ponerse siquiera de acuerdo en cuál es la idea en sí misma. Curiosamente, las que más tiempo suelen durar son precisamente las comunidades religiosas o militares: sospecho que ahí hay alguna lección que aprender, y sospecho también que no me va a gustar nada.

A mi me encantaría formar parte una "tribu" con las siguientes características: formada por afinidad más que por parentesco, no necesariamente convivientes pero sí cercanos, que comparta recursos (económicos, de tiempo y de habilidades), que no esté aislada del resto del mundo sino que trabaje y participe en él normalmente, basada en el afecto mutuo, y cuyos miembros se vean no solamente para tomar unos pichos los viernes por la noche. En la que siempre haya un sofá cama en cada casa para acoger al miembro viajero o que se ha quedado sin casa, una mesa en la que quepa uno más y una estantería de libros que van entrando o saliendo de la casa a medida que unos y otros toman o dejan algún volumen. Gente que se apoye ante una enfermedad, un despido o una ruptura con algo más que buenas palabras. Un entorno donde poder criar hijos y cuidar ancianos entre todos. Sin líderes y sin cuotas, pero con algunas normas consensuadas y libremente aceptadas. Es decir: algo tipo Friends, pero en el mundo real.

Por supuesto que es utópico. Ya sé que los conflictos entre personas son imprevisibles, y que la desconfianza es nuestro medio de vida, y que los ritmos de la ciudad y el trabajo hacen impracticable este tipo de cosas. Pero me gustaría mucho, muchísimo, tener algo así. ¡Lo malo es que no sé ni por dónde empezar!

5 comentarios:

Mocho dijo...

Sí, es una bonita idea.

Nosotros teníamos algo parecido hace unos años, cuando la casa de nuestra mariliendre oficial, Miss Paris Morgan, era la central por la que pasábamos todos por lo menos un par de veces a la semana. Y nos apoyábamos y ayudábamos, y siempre había alguien dispuesto a acompañarte a cualquier cosa que tuvieras que hacer: desde ir al médico, montar una cortina o acompañarte a la compra.

Pero entre su marcha, una cierta dispersión geográfica (fíjate tú, en Madrid todos y lejos) y que con los años nos volvemos huraños, raros y ariscos, nos hemos disuelto bastante. Los grupos de amigos son para mimarlos, y cuando se sobrepasa cierta edad, más.

Ah, odio las sitcoms casi tanto como los comics :)))

MM de planetamurciano dijo...


Pos yo creo que es lo único que de verdad he/hemos conseguido en la vida que me ilusione tanto; son ya más de veintipico años y oye, con nuestros más y menos, no cambio a mi grupo por na del mundo. Y me siento, muy muy orgulloso de formar parte de él.

starfighter dijo...

Estoy de acuerdo con Mocho, los grupos de amigos están para mimarlos y cuidarlos. Si no acabarán muriendo. Es lo que ocurre con mis amigos del rol, a uno de ellos lo conozco hace casi treinta años y llevamos más de veinte jugando.

Aunque también es verdad que con la edad vamos adquiriendo manías, fobias, miedos y demás que nos dificultan o impiden crear amigos, al menos a muchos. Pero es una buena idea.

Eleuterio dijo...

Es una idea genial y una de las razones por las cuales me vine a Alemania. Pero la ausencia de un grupo semejante me hace la vida difícil por aquí.

Permiso, se me saltó un lagrimón...

Sufur dijo...

Sí, chicos... veo que me entendéis. Está claro que la distancia es un disolvente poderoso, como le ha pasado a Mocho. También el tiempo y la vida desintegran grupos. Yo creía que tenía algo así con mis amigos de Segovia, y que lo había perdido cuando volé del nido hace ya tantos años, pero resulta que los que se quedaron allí también han ido perdiéndolo con el tiempo, hasta llegar al lamentable lugar común que son verse únicamente en esos agridulces eventos que son las Cenas de Navidad.

Mi más sincera enhorabuena a Mm y Starfighter por haber sabido mantener y cuidar sus pandillas. Y ánimo, Eleuterio: nunca es tarde. Sogá-cama en mi casa ya sabéis que tenéis todos vosotros.

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