abril 10, 2013

La Abstemia Primaveral

Desde que la compañía municipal de autobuses de Santander decidió invertir en poner unas pantallas de televisión en los transportes públicos locales, los viajes de cada mañana al trabajo son de lo más divertidos. La amena programación incluye loas a las virtudes turísticas y paisajísticas de la ciudad ("qué bonito es Santander / que en invierno y en verano / nunca para de llover"), interesantes propuestas lúdico-culturales, autobombo del Excmo. Ayto. de la Ciudad y, en ocasiones como la que nos ocupa hoy, fascinantes reportajes culturales para el enriquecimiento interior de las clases proletarias, que nos vemos obligadas a usar el bus en lugar de tener un BMW como las personas de bien.

Pues bien, el lunes quedé hipnotizado por un reportaje acerca de "La Abstemia Primaveral" (sic). Salía en la pantalla, por supuesto sin sonido (afortunadamente), la imagen de una pobre mujer de aspecto agotado que recorría cansina y gradualmente el marco incomparable y de belleza sin igual del Parque de la Vaca. La cara de la señoruca reflejaba un cansancio y una tristeza conmovedoras. Al ser yo miope y estar lejos de la pantalla, no podía leer el texto del reportaje, más allá de la desquiciante semántica del título del documental. Así que tuve que suplir la información real con los productos de mi imaginación, que por otra parte suelen ser más edificantes.

Y así me imaginé la triste vida de esa pobre abstemia primaveral, que se pasa los meses de marzo a junio sin probar una gota de alcohol. ¡Qué duro debe ser eso en estos tiempos de crisis! Yo mismo no soy persona si no me desayuno mi carajillo y mis dos o tres copazos de orujo cada mañana: son lo único que me hace empezar el día con algo semejante a la euforia, amén de la costumbre que he ido adquiriendo estos últimos cuatro años de no mirar el periódico ni de reojo, no sea que se me reabra la úlcera.


La Abstemia Primaveral dejó de beber como resultado de perder una apuesta con una amiga. La Maruchi, que es el nombre de la pobre abstemia, se jugó con su vecina (a la par que amiga) Toñi que su hijo (ingeniero de caminos y hablante de cinco idiomas) encontraría trabajo antes que el de la otra (pajillero en el área de descanso de Anero). La verdad es que la abstemia primaveral siempre ha pecado de ingenua, por no decir tonta: hoy en día su hijo sigue viviendo en casa y mamando de la pensión del abuelo, mientras que el hijo de la Toñi es asesor (con dietas) del presidente regional de las Nuevas Generaciones del PP.

La Maruchi, amén de mema, es de las que cumplen su palabra: por eso despide cada invierno con una última cogorza a base de alcohol de farmacia, lejía y pacharán y no vuelve a probar la priva hasta la noche de San Juan. Los tres meses y pico que pasa en el dique seco los atraviesa entre la resaca y la horrible sensación que produce enfrentarse a la España del siglo XXI estando sobrio: una espeluznante experiencia que no deseo ni a mi peor enemigo. No es de extrañar que la señora del vídeo de los autobuses tenga cara de querer que se la lleve el Señor de una vez por todas.

Afortunadamente, casos como el de la Abstemia Primaveral son escasos, y el resto de nosotros podemos seguir refugiándonos en el alcohol, nuestro mejor amigo. Y ahora, si me disculpan, voy a tomarme un coñac en vaso largo, sin hielo, porque tengo que dar clase dentro de poco.



2 comentarios:

rickisimus2 dijo...

Creo que voy a tomarme un vinito ahora...

MM de planetamurciano dijo...

¿De verdad aún quedan personas que beben coñac con hielo a lo brutote? Maremía...
Y sí, esta realidad o se come alcoholizao o no hay cojones a tragársela...

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