julio 03, 2013

Qué hacer con nuestras estúpidas vidas

Hola, me llamo Sufur Diego y desde hace cuatro años, posiblemente más, convivo con un Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC).

No voy a entrar en detalles acerca de cómo se manifiesta mi TOC ni cómo se desarrolló. No he alcanzado aún suficiente grado de pornografía sentimental como para exponer tantas vergüenzas al aire... aunque quien me lea habitualmente seguro que podrá hacerse una idea aproximada de lo que me pasa. Solo diré que estoy en tratamiento (psicológico y farmacológico), que la cosa va más o menos bien, y que aunque el TOC ha dañado mi vida laboral, social y de pareja puedo dar las gracias de que mi caso sea leve y pueda desarrollar una vida prácticamente normal.

Hoy siento la necesidad de salir del armario.  

Explicar un TOC a quien nunca lo ha padecido es un ejercicio inútil. Es algo tan irracional que no se puede expresar mediante el discurso lógico. Si tuviera que definirlo usando mis propias palabras de lego en psicología, diría que es lo que ocurre cuando tus pensamientos se escapan a tu control, se reproducen sin límite y toman el control de tu vida hasta el punto en que se vuelven más reales que la propia realidad. Una misma idea se perpetúa una y otra vez, imparable, dominandolo todo sin ninguna lógica y generando una ansiedad insoportable. La única forma de parar la ansiedad, momentáneamente, es realizando actos compulsivos que tampoco es que tengan lógica alguna. Sé que resulta absurdo pensar que tales cosas puedan ocurrir, pero ocurren y son una carga diaria para muchas personas.


Como ocurre a quienes padecen otros trastornos mentales como la depresión o las fobias, los afectados de TOC sufren un problema doble: por un lado su propio trastorno y las consecuencias de él derivados, y por otro la incomprensión de sus semejantes. Vete tú a explicarle a tu vecina que tienes que hacer ciertos ruidos estridentes por la noche antes de meterte en la cama o si no pasarán ciertas cosas horribles que no puedes especificar (por poner un ejemplo). Las explicaciones se topan con la incomprensión porque los argumentos no tienen una lógica entendible por un cerebro sano. Y sin embargo son mortalmente serias para quien padece el TOC.

Existe además la creencia, extendida a cualquier otra cosa que sea mental o emocional, de que estos padecimientos son fruto de una debilidad de carácter o de cierta inmadurez: "nada, a tí lo que te hace falta es salir más", "a esa lo que le ocurre es que está mal follá", "anímate hombre, que no te pasa nada" o "si tú estás mal es porque tú quieres" son frases tan frecuentes como crueles hacia las personas que padecen un trastorno mental sin poder evitarlo. No, señores: nadie elige estar mal por diversión. Y a nadie (en su sano juicio) se le ocurre hacer el mismo tipo de discurso sobre un problema "físico": "¿así que estás tuerto?... ¡tú lo que tienes que hacer es salir más y dejar de estar tuerto!". Esta distición entre lo mental y lo físico, en la que lo primero es algo totalmente sujeto al poder de la voluntad y lo segundo no, es una de las muchas y dañinas idioteces que arrastra nuestra cultura y que le debemos a ese grandísimo cretino que fue Platón. Ahora la ciencia sabe que no existe una distinción entre ambas cosas, que existe un sustrato neurológico y bioquímico para muchos de los trastornos mentales, y que lo que llamamos 'voluntad' es un epifenómeno del neocórtex cuya incidencia sobre nuestra vida es mucho menor de lo que creemos.

A estos dos problemas muchos afectados de TOC añadimos un tercero: el ser plenamente conscientes de que nuestras obsesiones y compulsiones no son racionales, y sin embargo ser incapaces de evitar que nos dominen.  Yo me doy perfecta cuenta de lo estúpidos que son mis miedos obsesivos y del daño que nos hacen a mí y a mis seres queridos. Pero ser consciente de ello no soluciona el trastorno. Con el transtorno obsesivo-compulsivo, reconocer el problema no es el primer paso para solucionarlo. Se trata del fracaso definitivo de la razón, del fin del mito cartesiano: la verdad no nos hace libres, la razón no lo ilumina todo. La inteligencia no controla a la emoción, sino al revés. Para mi esto ha sido una auténtica crisis de fe que ha hecho que en cuatro años todo mi sistema de creencias y de valores -recordemos que soy un científico- se derrumbe como un castillo de naipes.

Y llegamos al cuarto gran problema del TOC: la ética de la comparación. Del mismo modo que uno se da cuenta de lo irracional de sus obsesiones, pero no puede controlarlas, también se percata de que alrededor hay personas que cada día se enfrentan a problemas 'reales' (en oposición a problemas 'pensados') y salen adelante. Darte cuenta de que te obsesiona hasta la locura el tamaño de tus uñas mientras que a tu lado hay personas a las que están desahuciando, saber que una de las cosas es imaginaria y la otra no, y sin embargo no ser capaz de ver las cosas en su proporción justa, te hace sentirte el tipo más rastrero, egoísta y estúpido del universo entero. Y no solo eso, sino que además el comprobar cómo personas aquejadas por la catástrofe siguen adelante con dignidad mientras tú tiemblas ante fantasmas que solo tú puedes ver es el mayor disolvente para la autoestima que puedo concebir.

Estos son los cuatro problemas (trastorno, incomprensión, impotencia, comparación) que tiene que afrontar una persona aquejada de un TOC. Los cuatro son problemas que surgen de su propia cabeza. ¿Podemos decir que por eso sean menos importantes que los problemas que vienen de fuera? Tal vez para responder a esta pregunta baste con responder a otra más elemental: ¿qué es un problema? Los problemas son siempre subjetivos: que llueva es un simple fenómeno meteorológico, pero se convierte en un problema si has organizado tu boda al aire libre justo ese día. En este sentido, tan problemático es un TOC como una piedra en el riñón, aunque una cosa sea visible y la otra no.





9 comentarios:

Blackmount dijo...

a mi me ha parecido mucho mas dificil salir de este armario que del primero, aun con todo lo dificil que resulta que la gente sepa que uno es gay, es mucho mas dificil compartir con ellos que uno tiene un transtorno de este tipo. las pocas veces que lo he intentado me han salido con cosas parecidas a las que describes, o me han dicho que solo es por llamar la atención, o directamente han pasado a pensar que soy un loco de atar, que oigo voces y que mato gente o algo asi. es muy valiente de tu parte compartir que te encuentras sobrellevando esto. felicitaciones y animos

Eleuterio dijo...

Una realidad psíquica es tan contundente como que te desahucien, no te sientas culpable por ello.
Y a pesar del dolor saber que la razón no tiene la última palabra es una cuestión que se reconoce llegado uno a cierta edad, un conocimiento necesario.
Te deseo todo lo mejor, un buen terapeuta y la posibilidad de sentirte cada vez mejor.

Un abrazo de alguien con experiencia en estas cuestiones del inconsciente.(por seguir con el clisés, vió Vd.)

Anónimo dijo...

Caro Sufur
Tienes una enfermedad mental, y que?
Todos tenemos una tara, si no fuese asi no estaríamos en esta realidad imperfecta, sino en otro mundo donde no existe la muerte, ni el dolor. Un mundo poblado de gente sin mácula, etéreos....
Sin embargo creemos habitar un mundo ordenado que transmuta en el pervertido sueño real de muerte enfermedad dolor decrepitud y patetismo.
Un sueño........¿Cuanto durara?

Mocho dijo...

Todos tendemos a despreciar / criticar / atacar / marginar lo que no conocemos.

Por favor no te sientas incomprendido o bicho raro, tienes un trastorno, lo sabes y estás (estáis) luchando contra él.

Todo lo más que te puedo decir desde aquí es "ánimo".

starfighter dijo...

El tema de la mente sigue siendo en muchos aspectos un tabú. Como dice Mocho, lo que no conocemos/entendemos tendemos a despreciarlo o minusvalorarlo. Sólo decirte que mucho ánimo y que espero no te afecte en tu vida cotidiana, al menos no en demasía. Muackasss!!!

DiegoC dijo...

No sé muy bien por qué,ayer se "ciberperdió" mi comentario,así que lo vuelvo a poner.Decía que poco más hay que pueda añadir a lo que ya han dicho otras voces más sabias y contundentes que la mía.Es cierto que,para las personas que no las padecemos,las enfermedades mentales resultan mayoritariamente incomprensibles.En mi caso,la única experiencia cercana que he tenido al respecto ha sido con la depresión.Y lo único que se puede hacer es prestar apoyo y mucho cariño.Aunque sea a distancia.
PD Por cierto,no sabía que éramos tocayos....

Anónimo dijo...

Ha sido una "salida" del armario en toda regla, nombre (muy bonito por cierto) y enfermedad. Me sumo a lo dicho, paciencia, amor, comprensión.

un abrazo
redder_2007@hotmail.com

Moriarty dijo...

Yo empecé a tener síntomas del TOC en la adolescencia, y durante una éopca llegó a ser infernal. El sufrimiento mental que produce es bien real, sea cual sea su causa. Es un hecho del mundo. No es, como bien dices, algo que elija por diversión. Por tanto, sufrir porque uno no puede librarse de determinadas ideas, que uno percibe como llegadas de fuera, y que se imponen a lo que uno consideraba como su yo más verdadero, no es indigno ni vergonzoso, ni está por debajo del sufrimiento que experimenta el que, por seguir tu ejemplo, va a ser desahuciado.

Pero no culpes a Platón, que es mucho más fino que la idea que nos solemos hacer de él. Dices que la inteligencia no controla a la emoción, sino al revés: no siempre es así, ni necesariamente en todos los casos; digamos que somos el campo de batalla en el que ambas se combaten. Creo que el mito del auriga, en el Fedro, habla de algo parecido. La razón es limitada, puede fracasar y ser derrotada. De hecho, fracasa constantemente. Sabemos todo esto. Es bueno saberlo: de hecho, el mito cartesiano tenía mucho de negación neurótica de esos límites. Dentro de ellos, sin embargo, a veces nos sirve: no para todo lo que querríamos, pero es posible mejorar. Provisionalmente, y con la posibilidad de que todo se venga abajo de nuevo, pero se puede mejorar.

Un saludo.

Sufur dijo...

¡Gracias, chicos! Nunca defraudais. Es un placer sentirse arropado por tan buena compañía...

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