noviembre 17, 2013

Blue Jasmine

Ah, últimamente sólo parezco sacar algo de tiempo para escribir durante los fines de semana. Estoy en una racha poco bloguera, sin ningún motivo reseñable: tal vez no tengo nada interesante que contar, o quizás me haya abandonado Mayonesa, mi Musa(*), para irse de vacaciones a un hotel de Benidorm, en régimen de media pensión.

Cosas a destacar de la semana: que en Santander vuelve a llover (oh sorpresa), que hemos estado sin calefacción en el trabajo durante varios días por culpa de las obras, que el nuevo monitor buenorro del gimnasio es hetero (para chasco de gran porcentaje de la clientela masculina) y que han cerrado mi pastelería francesa favorita, el único lugar de la ciudad donde se podía comprar unos macarons decentes.  

En la parte buena de las semana, ayer tuve el gran placer de desvirtualizar por fin a uno de los lectores de mi blog, que si ya a distancia resulta majísimo en persona gana aún más. Estuvimos de copas entre amigos y lo pasamos teta, aunque mi resaca de hoy ha sido de órdago. Y por la tarde, por fin, hemos ido a ver la última de Woody Allen: Blue Jasmine.



No me cuesta reconocer que soy un analfabeto cinematográfico. El Séptimo Arte(**) es una vergoncífera laguna en mi cultura y por lo tanto no suelo lanzarme a hacer reseñas de películas, para que no se me vea demasiado el plumero. Una cosa es hacerse el ridículo, y otra muy distinta es hacer el ridículo.

Pero Woody Allen es la excepción. Todos los años en torno a estas fechas dedico una entrada a la película de turno de Woody Allen. No soy imparcial con este hombre: le admiro tanto que me cuesta trabajo ponerme crítico con sus obras. Afortunadamente para mi, tampoco es que Blue Jasmine merezca mis airadas críticas: me ha parecido una buena película.

No voy a destriparla, tranquilos. Sólo decir que Woody Allen deja de lado esta vez la comedia (aunque su enorme sentido del humor siempre asoma por algún lado) para centrarse en la historia de una mujer desmoronada: una magnífica Cate Blanchett, que borda un papelón lleno de matices y eclipsa por completo al resto del reparto. La Blanchett es una de esas pocas mujeres a las que yo besaría el suelo que pisa. La película engancha desde el principio a pesar de ser una de esas historias en las que parece que "nunca pasa nada".  Hay neurosis, sentimientos, diálogos redondos, Nueva York (y también San Francisco), crítica social en tiempos de crisis, y por supuesto jazz de fondo, faltaría más.

Pero sobre estos elementos yo, repito, no me siento capacitado para juzgar. Lo mismo que me pasa con la música, mi falta de erudición me lastra y en su lugar tengo que funcionar mediante parámetros más vivenciales. ¿Cómo sé si una película es buena? Uno de mis indicadores privados más fiables es este: la necesidad, al abandonar la sala, de estar callado un buen rato, aunque vaya acompañado, para poder procesar un poco los sentimientos y las reflexiones que me ha producido la película. De una buena película salgo silencioso y con una rara sensación de calma. Hoy, Woody Allen me ha regalado uno de estos momentos, cosa que no hacía desde hace varios años. No solo de palomitas vive el hombre...


* Según los antiguos griegos, las Musas eran las divinidades que presidían el ejercicio de las artes y las ciencias. Por ejemplo, Calíope era la Musa de la elocuencia y la poesía épica, mientras que Polimnia era la Musa de la música sacra. Otras musas menos conocidas eran Flambercia, musa de los postres desnatados, e Hyponmisia, Musa del macramé. En mi caso, la sagrada Musa de mi producción literaria es Mayonesa (del griego μαγιονέζα, o también ωμοπλάτης), la cual suele ser representada como una rolliza y alegre doncella de pelo rizado vestida de blanco, con un batidor en una mano y un cesto de huevos en la otra. 

** La gente dice lo del Séptimo Arte y se queda tan ancha, sin molestarse en explicar cuáles son los otros seis. Pues bien, éstos son, por este orden: Papiroflexia, Taxidermia, Encaje de Bolillos, Gagnam Style, el Gotelé y Hacer Música con los Sobacos. A partir de la octava posición vienen otras expresiones artísticas menos valoradas, como es hacer réplicas de catedrales góticas con mondadientes (Undécimo Arte) o el coleccionismo de uñas (el Vigesimoséptimo Arte).

6 comentarios:

Unknown dijo...

Woody Allen me da repelús. Además he visto dos o tres de sus pelis y no me ha gustado ninguna.

Lástima de la pastelería. Yo aún no he probado los macarons, me quedé en los muffins.

starfighter dijo...

A esta película le tengo ganas y quiero verla tanto por Woody como por Cate, me gustan los dos. El problema, como casi todo por último, va a ser cuándo, ainsss...

Eleuterio dijo...

Me niego a verla doblada en alemán como hacen los cines por aquía. Así que, irá en DVD.

A mi madre le ha encnatado También, fascinada por los pixos santanderinos.

Eleuterio dijo...

Disléxico me tiene ese hombre virtual...

Y gracias de nuevo.

MM de planetamurciano dijo...


Estoy escuchando opiniones tan distintas y encontradas que estuve todo el finde pensando en si ir o no ir a verla. Al final no fui. Yo le tengo muchísimo cariño a Woody, pero también estoy harto de salir del cine con cara de gilipollas y de cantarle aquello de "Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo"

Anónimo dijo...

;-) Favor que usted me hace!
Pq el lector soy yo, no? yo no bebi y recuerdo bastante bien la noche jejeje.
Soy de la misma opinión, majisimos, majisimos y mas que majisimos usted y su osezno.
Besos Don Sufur.
Agustin (A. de las C.)

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