enero 14, 2014

Trabajos con final feliz


- El chico que te gusta se anuncia como masajista.

- ¿Con final feliz?

- No, sin final feliz.

- ¡Pues vaya mierda! Ya no me interesa.
Esta nada sutil conversación reciente me ha traído a la memoria otra de mis geniales pero incomprendidas ideas para salir de la crisis: las profesiones con Final Feliz.

Cada vez son más los emprendedores que se ven obligados, debido a la presión de los mercados y la feroz competencia de sus rivales, a crear nuevas y sorprendentes fórmulas de negocio, mezclando conceptos tradicionalmente separados: han surgido así las librerías-cafetería, los restaurantes-tienda ecológica, las ministras-florero y otra serie de avanzados conceptos de mercadotecnia moderna, como las campañas virales, los flashmobs,  el branded content, el crowsourcing, el marketing vivencial, el showrooming y otras muchas técnicas acabadas en -ing. Las ventajas son infinitas: de seguir esta tendencia, cualquier mujer podrá aprovechar la visita al ginecólogo para que de paso le hagan las ingles brasileñas, y una aburrida tarde de compras se podrá condensar en pocos minutos en la peluquería-sastrería-zapatería-tienda de electrodomésticos-hamburguesería de la esquina.

Así son las cosas: en estos tiempos que corren, el pobre comerciante que no quiera fusionarse o reinventarse tiene los días contados. Pero tranquilos, que no es necesario dar un giro radical a vuestros negocios. Basta simplemente con ser un poquito creativos al finalizar el trabajo.

La idea lleva ya muchos años inventada: uno abre cualquier periódico que sea faro de valores tradicionales y virtudes familiares, como el ABC o La Razón, y encuentra páginas y páginas de anuncios similares:
Tiffany, 22 años: quiromasajista diplomada, fisioterapia deportiva, drenaje linfático y acupresivo de los nódulos sinérgicos. Grandes pechos.
El lector avezado, esposo de una pobre desgraciada beata y padre de siete monstruitos por recomendación de su confesor, sabe exactamente qué quiere decir este tipo de anuncios, y por eso está deseando hacerse una contractura jugando al pádel para poder tener una excusa:
- Tiffany, hazme una factura como masaje terapéutico, que igual logro desgravarlo.

- En realidad no me llamo Tiffany, sino Paquita, y...

- No te he pagado por hablar, Tiffany.
Es un modelo de negocio que lleva funcionando divinamente desde antes de que Tutankamón hiciera la primera comunión, y yo me pregunto: ¿por qué no extenderlo a otras áreas profesionales?




Imagínense cuán coloridos serían nuestros paseos si nuestras calles y ciudades se vieran cubiertos de anuncios publicitarios del siguiente tipo:

Dra. Colmillez, dentista con Final Feliz

Sres. de Carbajosa, notarios con Final Feliz

Restaurante Chino con Final Feliz "Sonrisa Imperecedera"

Tanatorio Viuda de Servando Morroñas
Velatorios con Final Feliz Asegurado
(servicio completo, 2500€ más IVA)

Supermercados "Final Feliz" les desea Felices Fiestas
y aprovecha para decirles que Han Estado Ustedes Sensacionales

Las posibilidades son asombrosas, como bien sabe nuestro Gobierno, que lleva más de dos años haciéndoles Leyes con Final Feliz a la Conferencia Episcopal. Si ellos pueden, ¡usted no va a ser menos!

3 comentarios:

Unknown dijo...

El vídeo es genial :D

Blackmount dijo...

lo que soy yo siempre he querido que me ilustren sobre la Métrica de Friedman-Lemaître-Robertson-Walker y la teoria cuantica de campos, pero la falta de final feliz me lo ha impedido hasta ahora

Deric dijo...

No sé, no me veo yo con los viejitos que vienen a mi trabajo...

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