julio 22, 2014

Copas, combinados y "coteles"

Anoche, en un bar de moda (rancia), me hicieron La Pregunta.

Estábamos como ocho amigos en ese sitio. Es la Semana Grande de Santander, también conocida en círculos cosmopolitas como Santander's Fat Week: la ciudad se llena de casetas de bares, hay pinchos a tutiplén y la gente se pone un pañuelo azul al cuello para fingir que Santander es una ciudad enrollada y popular. Salimos a beber vino malo, comer brochetas de carne de dudosa procedencia con salsa de Mejor No Preguntes Qué y contar jerseys alrededor del cuello sobre polos con logotipos de caballos.


De modo que acabamos en ese bar de copas pijas donde para ser camarera no hace falta saber poner copas, sino tener mechas y tetas como melones maduros. La clientela estaba compuesta en su mayor parte por ese tipo de mujeres de edad indeterminada (tirando a de Bronce) teñidas de rubio, maquilladas con seis litros de aceite y la piel como cuero revenido por culpa de los rayos UVA que, por alguna razón que la ciencia moderna aún no ha sido capaz de explicar, se comportan como si fueran hermosas, y por hombres engominados tratando desesperadamente de parecer casuales mientras meten tripa. Es agradable comprobar de vez en cuando que los heteros, cuando salen, pueden ser igual de ridículos que los gays.

De modo que ahí estaba yo, con un dolor de pies inenarrable y una copa de gintónic con enebro, flores exóticas, aromas de pingüino y moléculas, muchas moléculas, cuando uno de mis amigos me hizo La Pregunta, que es a lo que yo iba:
- Ah, ¿tú también te has apuntado a la moda de los gintonics?

- No, nene. Llevo bebiendo ginebra con tónica desde los tiempos en los que sólo había en los bares ginebra Gordon's, MG y, si me apuras, Fockink. Me pasé a ella cuando descubrí que me daba mucha menos resaca que los mejunjes de ron con bebidas azucaradas que solía tomarme.
Cosas de ser viejo pellejo.


Lo de la moda de las ginebras premium vino después, cuando a mí ya me gustaba el invento, y he decir que lo he disfrutado como un enano. Hay mucha idiotez en el mundo de la ginebra, pero está muy bien que haya por fin variedad de formas de arruinarse las conexiones neuronales en bares y discotecas.

Pero la moda se está agotando y las paredes de los bares de copas están empezando a llenarse de otras bebidas. Es el momento del vodka-tónic y otros inventos del mismo pelaje. Yo, que soy un hombre de ideas y gran visión de futuro, propongo nuevos e interesantes universos de combinados que aunan la tradición con la modernidad, lo local con lo cosmopolita, lo arriesgado con lo posiblemente venenoso:


  • Orujo-tónic: en copa Martini, se mezclan tres partes de orujo El Coterón con una parte de tónica Fentimans sin romper la burbuja, se añaden unos granos de mostaza de Nueva Guinea, se aromatiza el borde de la copa con coliflor y se llama al Instituto Nacional de Toxicología.
  • Spritz pasiego: se sirve en vaso Tumbler y se elabora de la siguiente manera: sobre una base de sobao El Macho se vierten a partes iguales Campari, cava y mantequilla derretida. Se adorna con flores de Pascua y anchoas y se da el pésame a la desconsolada viuda.
  • Caipirán: se exprime el jugo de una lima, se mezcla con una cantidad generosa de azúcar moreno, se añade mucho hielo picado y se sirve en vaso Old Fashioned con un buen chorro de pacharán Zoco, sin decorarlo de ninguna forma, que eso es de nenazas.
  • Sol y Sombra Sunrise: se sirve en una copa Collins bien fría, en la que se mezclarán anís El Mono, Chinchón dulce, Veterano y unas bolitas de naftalina. Estas últimas se pueden sustituir por alcanfor o directamente matarratas. 
  • Shangai Surprise: se mezcla cuidadosamente un 75% de nitrato de potasio, un 15% de carbón y un 10% de azufre, se coloca la mezcla en una copa Hurricane de boca ancha, se coloca una bonita bengala de cumpleaños, se sirve en la mesa, se enciende la bengala y se huye rápidamente.
  • Santander Mai Tai: se sirve agua del grifo en copa de champán y se cobra a 25€ la unidad. 
  • The Big Bang: se agitan hadrones y leptones en el acelerador de partículas LHC hasta que alcanzan velocidades próximas a la de la luz, se mezclan con sus correspondientes antipartículas y se sirve todo con traje de plomo, acompañado de un chorrito de radiación gamma. 
  • Crisantemo: la respuesta castellana al famoso Margarita. Se prepara con cazalla, jugo de remolacha y cuádruple seco, que es un licor de Palencia que se prepara a base de arena caliza y feldespato. Se sirve en botijo, habiendo untado previamente el pitorro de manteca de cerdo, sebo y ajo machado en mortero.



3 comentarios:

Unknown dijo...

Los pijos siempre han sido mucho más mamarrachos que los mariquitas, ¡dónde va a parar!

un-angel dijo...

Jajajaja, lo del Santander MaiTai es genial...y además una verdad como un templo, jajaja

desgayficando dijo...

Yo siempre fuí de whisky, luego me pasé al Bourbon, y si, lo reconozco, alguna vez caigo en la moda del gin tonic, sobre todo si es a media tarde, que me parece más fresquito.

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