julio 23, 2015

Momentos Románticos con Pablo Alborán

Es una verdad universalmente reconocida que, de entre todos los seres que pueblan la creación, aquellos que con mayor habilidad y crueldad despiadada practican ese arte bélico llamado "chantaje emocional" son las madres. Pero ellas no son las únicas capaces de conseguir un un ligero tono de decepción que un hombretón de dos por dos metros se convierta en una masa de gelatina temblorosa sin voluntad: para eso también se las apañan divinamente los amigos. 

"Jo, es que quiero ir a ese concierto pero no encuentro a nadie que venga conmigo" es una frase que, según las tablas de catástrofes humanitarias que maneja la ONU, equivale a un terremoto de magnitud 7.3 en la escala de Richter. En opinión de los expertos en ese perido histórico, la antigua civilización Olmeca se extinguió en su totalidad por culpa de un amigo que no quería sacrificarse a los dioses en soledad. El individuo hizo sentirse a todos los demás olmecas tan culpables por no acompañarle, que éstos prefirieron suicidarse de todas formas, poniendo fin a siglos de una cultura rica y sofisticada de la forma más idiota posible.

Algo parecido, que veremos si acaba conduciendo también a la extinción o no, me ha ocurrido con el concierto de Pablo Alborán al que me veo condenado esta noche.

Mi relación con Pablo Alborán es la siguiente: por la parte musical le escuché cantar una vez en un programa de la tele, eso me llevó a comprarme un disco suyo (soy una persona de ideas y costumbres estrafalarias: pago por la música que oigo, por los libros que leo y por las películas que veo), que escuché dos veces, y desde entonces no he vuelto a pensar en él. Por la parte no musical, me lo follaría vivo varias veces.




Así que esta noche, mientras a mi alrededor las doncellas núbiles enjuagan sus lagrimitas, yo estaré pensando en lo mucho que me gustaría empotrarme al artista. Él cantará sobre delicados sentimientos y yo imaginaré que le desnuco a empellones contra el cabecero de la cama. Él tocará el piano o la guitarra y yo fantasearé con darle mandanga de la buena, ponerle fino filipino, atragantarle a golpe de salami o rellenarle como a un pavo, hasta que se le salgan los ojos a pollazos. La de posturas sexuales que se puede uno imaginar en dos horas de concierto.

Pura poesía.

Va a ser una noche romántica que te cagas.



6 comentarios:

starfighter dijo...

Mientras no acabes como Meg Ryan en "Cuando Harry encontró a Sally"...

oskarin dijo...

Así que por eso ha empezado tan tarde, porque estabas tú ocupándote de él, seguro.

Sufur dijo...

Me has descubierto, Oskarín. Pablo Alborán te manda recuerdos ;-)

Mugen dijo...

Creía que hablarías de cómo te lo has tirado!

Christian Ingebrethsen dijo...

No me ha quedado claro, ¿te pone bruto o muy bruto?

Unknown dijo...

Su música también me dice bastante poco, pero el mozo me revuelve mis bajos instintos.

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