julio 06, 2015

Reflexiones acerca del fin del mundo de esta semana

Queridos hermanos, cuñados y otras gentes de mal vivir: Grecia ha votado "no", y eso sólo puede significar una cosa: el fin de los yogures tal y como los conocemos. Eso, y que Varoufakis tiene un buen polvo. Ante la crisis de valores que sacude Occidente, en el que la Economía de Mercado no cierra los lunes a pesar de que todos sabemos que ese día es imposible encontrar buen pescado fresco, las instituciones se tambalean y por eso yo digo: ¡basta ya! Son dos palabras muy socorridas, que lo mismo valen para un default que para una sobremesa que se alarga demasiado, y las digo sin que me duelan prendas. Esa es una de las grandes ventajas de que el mundo se acabe en verano: las pocas prendas.

¡Basta ya!, y lo repito en lenguaje técnicamente correcto en esta época de Ley Mordaza: blubliblú blablablá y tal. Es la hora de acabar con las injustificadas prebendas de los almogávares y con la tiranía de las heladerías. Ya no quepo en casi ninguno de mis pantalones. He solicitado un crédito a la troika para comprarme unos nuevos, pero ellos sólo aceptan unos términos que incluyen la liposucción. Y yo, por ahí, no paso. Uno tiene su dignidad democrática. 

Pero tranquilos: estamos en buenas manos. En buena mano, realmente: la Invisible. Los mercados se regulan a sí mismos, vivimos en el mejor de los mundos posibles, y por eso Leibniz ligaba tanto. Se hartó a follar, el muchacho: ventajas de ser filósofo en la época de las pelucas. Daba igual ser calvo o no. Yo, por contra, no me atrevo a ponerme peluquín y por eso vivo en un desierto sexual y opino que las cosas, sobre todo en lo que a la macroeconomía respecta, dejan bastante que desear. No es que Dios haya muerto, como decía un señor con bigote, sino que está silbando y mirando hacia otra parte, fingiendo que la cosa no va con Él. Esto, con Zaratustra no pasaba.

En momentos, como estos, de zozobra y duda, la gente mira hacia nosotros, los científicos y los intelectuales, buscando un cigarrillo gratis. Pero la mayor parte de los intelectuales de ahora se han pasado al cigarro electrónico, lo que demuestra que la intelectualidad está sobrevalorada. Ya lo decía Vonnegut: a un lado de un cigarrillo hay un fuego encendido, y al otro un idiota. Los intelectuales de hoy en día son idiotas sin fuego, es decir: idiotas tristes. A los economistas se les da de vicio predecir crisis de forma retroactiva, a los neurolingüistas explicar cosas que ya sabía mi abuela y a los doctores en cosas nos encanta demostrar nuestra conciencia social publicando banalidades que sólo leen nuestros amigos, y el señor Ministro del Interior (bendito sea su santo nombre) en Facebook.

Por eso, este es mi consejo: limpiaos bien las uñas. Usad ropa interior impoluta. Lavaos los dientes. Uno nunca sabe cuándo le van a obligar a salir del euro, y de repente todo el mundo te mira mal, y se comenta que has dejado preñada a la Cati, la hija del charcutero, y eso es vivir por encima de tus posibilidades, y de repente tú tienes la culpa de un montón de cosas, aunque no seas católico. Qué menos, en esos casos, que tener buen aliento. Also sprach Schäuble. Y yo añadiría más aún: ante la duda, el yogur va con miel. Nunca con sirope.


2 comentarios:

Mugen dijo...

Grecia son los padres

Unknown dijo...

¿Por qué a todo el mundo le mola el Varoufakis... menos a mí?

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