noviembre 05, 2015

Vidas ejemplares de políticos (IX)

En ocasión de las tan deseadas elecciones generales, ya a la vuelta de la esquina:

Hoy: Don Estefanío Monastrell, el mandatario que les salió del PITO

Corrían buenos tiempos para el Partido Institucional Teocrático Omnímodo –siempre eran buenos tiempos para los miembros del PITO–, pero los tecnócratas del Departamento de Pronósticos y Vaticinios Electorales avisaban de que la buena racha creciente no podía durar eternamente. La cúpula del Partido envejecía e inevitablemente con el tiempo acabarían saliendo a la luz muchos de los trapos sucios y los problemas de la jerarquía de partido, a saber: alopecia galopante, halitosis, dispepsia y, en al menos un par de casos, combustión espontánea por haber roto la disciplina de voto. También algunos chanchullitos y corruptelas por valor del producto interior bruto del Canadá, es decir, sin importancia. No era cuestión de dejar que el poder se les fuera de la mano, como aquella vez en la que el Sargentísimo había tenido la mala idea de morirse antes de tiempo.
– "Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi" –dijo entonces uno de los senadores del Partido, uno de los pocos con estudios.
Y en consecuencia los vetustos líderes del Partido comenzaron la búsqueda de un candidato idóneo para el nuevo proyecto. Había de ser alguien joven, pero con un intachable historial ideológico de ultraderecha moderada, y guapo, de una guapura especial: la clase de muchacho que toda madre desea tener como hijo y toda abuela desea follarse. Tras largos meses de búsqueda encontraron al pelele ideal en la figura de Estefanío Monastrell, oscuro numerario de las juventudes del PITO.
Ahora tú te sales del partido y nosotros haremos como que no te conocemos –dijo le dijo al joven Estefanío otro de los senadores–. Ya pondremos cara de susto cuando montes tu chiringuito.
Así a los pocos meses nacía "Solidarios", el nuevo y flamante partido de Estefanío Monastrell. Le acompañaban en tan espontánea aventura democrática otros jóvenes igualmente guapos, listos, profesionales y bien vestidos. Aquello parecía "Los niños del maíz".



"Solidarios" obtuvo resultados discretos, tirando a malos, en las primeras elecciones a las que se presentó. Esto no sorprendió a nadie, y mucho menos al propio Monastrell, que en ningún momento perdió su sonrisa y su candor: "esto ha sido una gran fiesta de la Democracia", decía a todo aquel que se le acercaba en esos momentos. Se notaba que tenía madera de político. 

El programa de "Solidarios" estaba lleno de sensatas propuestas de Centro: prohibir la tortilla francesa en todas las cocinas del país, por antipatriótica, bajar los impuestos a los miembros del PITO, exterminar a todos los hugonotes y, lo más importante, regenerar la vida pública. En este último sentido, la propuesta de "Solidarios" consitía aplicar la homeopatía como remedio regenerativo de probada eficacia. Este programa tan sabio y juicioso ganó poco a poco el corazón y la mente de un gran sector de los ciudadanos, hartos ya de los continuos escándalos relacionados con los hugonotes y con la tortilla francesa que aparecían en los medios de comunicación, a la sazón todos ellos afines al PITO.
Si obtenemos los votos suficientes –solía decir el buen Estefanío en aquellos tiempos–, pactaremos con el PITO para solucionar los problemas ocasionados por el PITO.
Tan lógica propuesta hizo furor entre los electores, agobiados por el peso de una tremenda crisis existencial causada por ellos mismos, según los medios de comunicación afines al PITO: esto es, todos. "Solidarios" subía como la espuma y el resto de partidos –salvo el PITO, en la intimidad de sus castillos– empezaban a mostrarse nerviosos. De cara a la galería el propio PITO era el mayor perjudicado:
Pedimos a nuestros viejos votantes desencantados que no ejerzan el voto de castigo apoyando a "Solidarios" –decía en sus mítines doña Lucrezia Borjamari, secretaria general del PITO–. Nosotros somos el Verdadero Centro. Repito: no intenten castigarnos votando a "Solidarios".
Naturalmente, la psicología inversa funcionó a las mil maravillas y en las elecciones generales, convocadas en plenas vacaciones de verano, "Solidarios" arrasó en las urnas, con un 78% de los 1209 votos depositados. Don Estefanío Monastrell fue investido Presidente del Gobierno. Sus primeras medidas fueron para una americana haute couture y unos pantalones italianos a juego. Sus segundas medidas estuvieron dirigidas a la formación de un gabinete de gobierno a su altura: todos guapos, jóvenes, inteligentes y sobradamente preparados para ejercer el latrocinio y la mamandurria con una elegancia y "savoir faire" nunca vistos.
El Pueblo Soberano ha hablado –declaró una ciudadana, entusiasmada, en entrevista al Telediario–. Ha llegado la hora del cambio y queremos que quienes nos recorten los derechos sean personas fotogénicas. ¡Basta ya de gente fea en la política!
La tercera medida de don Estefanío Monastrell fue subirse el sueldo. La cuarta, volver a subírselo. Y la quinta fue cambiar el nombre de su partido a PITO, por si la cosa no había quedado clara. Y fueron felices y todos se rieron mucho a costa de la broma.









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