Sí, ya sé, he tardado un poco en actualizar: Oh.
Pero vayamos a lo importante: ¡Los niños! ¿Es que nadie piensa en los niños?
Ayer por la tarde tuve un rato inquietante. Más que inquietante, incómodo. Más que incómodo, molesto. Bueno, vale, en vez de molesto, inquietante.
Estábamos tomando unos vinos con unos amigos, dos de los cuales habían venido acompañados por un par de interesantes personas de nueve y seis años que acontece que son sus hijos: seres humanos que están alcanzando elevadísimas cotas de inteligencia y galanura a pesar de la deficiente educación que están recibiendo de sus padres y de los curas a quienes éstos pagan abundantemente para que les enseñen mitología y valores éticos de la edad de bronce. La madre es amiga de toda la vida del osezno, por lo que lo que sucedió a continuación me pilló totalmente desprevenido:
– Entonces tú y el osezno, ¿sois hermanos? –me preguntó el mayor.
Miré a la madre con cara entre el espanto y el reproche, esperando (en vano) que se hiciera cargo de la educación psicosocial de su hijo nacido en pleno siglo XXI. Ella estaba a la sazón muy ocupada ensalzando a los ingleses, que por lo visto están mucho más avanzados que los españoles en relaciones laborales.
Sólo espero que el niño no se haya rendido y que haya sometido a su madre a un digno interrogatorio al volver a casa. Yo volví a la mía profundamente escandalizado. ¡Los niños! ¿Es que nadie piensa en los niños?
– No, no somos hermanos –respondí sin comprometerme demasiado.El muchacho, que de tonto no tiene un pelo a pesar de que le hayan comido el tarro para hacer la primera comunión hace unos meses, volvió a la carga varias veces a lo largo de la noche. Yo estuve tentado de explicarle profusamente nuestra relación, pero me abstuve elegantemente. Uno pensaría que en todo este tiempo su madre debería haber tenido ocasión de sobra para explicarle a sus hijos con toda naturalidad lo de sus amigos maricones, pero no. Sin comerlo ni beberlo, nos acababan de meter de vuelta al armario.
– Entonces, ¿por qué estáis tan unidos el osezno y tú?
– Uh... ¿no prefieres que hablemos de Bob Esponja o algo así?
– ¡Eso son cosas de niños pequeños! Y vosotros, ¿vivís juntos?
– Sí, vivimos juntos.
– ¿Y desde cuándo conoces al osezno? ¿Sois amigos desde el cole y por eso os lleváis tan bien?
– Desde la Universidad...
– Pero, ¿y cómo es que sabes tan bien lo que le gusta y lo que no le gusta al osezno? Os conocéis mucho, ¿no crees?
– Mirá nene, dejáme vivir.
Sólo espero que el niño no se haya rendido y que haya sometido a su madre a un digno interrogatorio al volver a casa. Yo volví a la mía profundamente escandalizado. ¡Los niños! ¿Es que nadie piensa en los niños?
4 comentarios:
Wrong. El niño lo sabe. Tendrías que haberle dicho "somos pareja" o algo así, y ya que sus padres se dediquen a darles las explicaciones pertinentes.
Tienes razón, debería haberlo hecho. Pero...
Sí, en un ambiente de tanta confianza debiste haberle dicho algo normal y regresarle el fuego. Algo así como... "Somos pareja. Y tú, ¿tienes alguien que te gusta?", y bombardearlo de preguntas ya sea que sí o que no....
Jejeje cieri!
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