Hoy el despertador ha sonado a las siete de la mañana, sacándome de un sueño particularmente revelador. He vuelto a la consciencia con los ojos legañosos, la nariz taponada, la boca pastosa y la sensación inequívoca de haberme cenado ayer una mofeta al cabrales. Mientras buscaba a tientas mis gafas, he tenido tiempo de repasar mentalmente los últimos hilos fugaces de mi sueño matutino.
En él, yo vivía una vida de emociones y peligros como investigador justiciero. Descubría que una peligrosa banda de mafiosos se había instalado en la ciudad, estableciendo como centro de operaciones un enorme almacén en un polígono industrial de las afueras; pero el inocente negocio de trata de blancas que aparentaban mantener allí no era sino la tapadera para la verdadera actividad ilegal de la banda: una peluquería clandestina donde el cártel blanqueaba dinero aplicando cantidades industriales de laca a las melenas de señoronas de una cierta edad y clase social:
En él, yo vivía una vida de emociones y peligros como investigador justiciero. Descubría que una peligrosa banda de mafiosos se había instalado en la ciudad, estableciendo como centro de operaciones un enorme almacén en un polígono industrial de las afueras; pero el inocente negocio de trata de blancas que aparentaban mantener allí no era sino la tapadera para la verdadera actividad ilegal de la banda: una peluquería clandestina donde el cártel blanqueaba dinero aplicando cantidades industriales de laca a las melenas de señoronas de una cierta edad y clase social:
Y entonces, analizando la ridiculez de mi vida onírica, lo tuve claro: por fin supe cuál tenía que haber sido mi función en la vida.
Pero ya es tarde. Concretamente, un siglo demasiado tarde.
Porque si hubiera nacido cien años antes, y si supiera hablar alemán, podría haberle contado mis sueños a Freud y, con un poco de suerte, haberle hecho desistir de su profesión, librando a la humanidad de cien años de nefasta influencia del psicoanálisis.
Qué triste es saber que tienes Una Misión En La Vida, pero no haber nacido en el momento correcto. En mi caso, puede decirse que soy un retrasado a mi tiempo.
Completamente offtopic, hoy es el cumpleaños de esa encantadora y geriátrica petarda, Raffaella Carrá. Su benevolente e insincera biografía oficial tiene el indulgente detalle de atribuirle la edad de 66 años. En su honor, unos minutos musicales:
Qué triste es saber que tienes Una Misión En La Vida, pero no haber nacido en el momento correcto. En mi caso, puede decirse que soy un retrasado a mi tiempo.
Completamente offtopic, hoy es el cumpleaños de esa encantadora y geriátrica petarda, Raffaella Carrá. Su benevolente e insincera biografía oficial tiene el indulgente detalle de atribuirle la edad de 66 años. En su honor, unos minutos musicales:
7 comentarios:
Quizá no sólo es cuestión de tiempo, si no de espacio y dimensión. Quizá en un universo paralelo (o perpendicular, vaya usted a saber)Sufur es una gran héroe de la justicia. Quizá en otro, sea un perfeto villano... intersante problema si se pudiese viajar entre universos alternativos y encontrarse usted, el superusted y su versión supervillano. No tendría muy seguro de si cada uno de ustedes volvería a su correspondiente universo. Seguro que en un cuarto universo alternativo eso es tema de un gran comic superventas, con reediciones en tapa dura y a lo grande (independientemente del Sufur de nuestra realidad alternativa que ya aparece en los cómics). Así es el multiverso.
Porras, tanto hablar de universos alternativos me recuerda que debo volver a la triste realidad de hoy: con el plan ahorro, no tenemos aire acondicionado hasta las 10 ó 10:30. Y por mi puerta-ventana no entra una gota de aire (al menos todavía estoy a la sombra). Vaya calores, oiga.
Directamente, Encarna, digo obsesión por el pelo, el cabello, la melena al viento.
No sé si cuando Freud se había inventado ya la laca.
La laca
me ataca.
No me extraña que con esas visiones te parezca nefasto el psicoanálisis, que a saber qué conclusiones hubiera sacado Freud...
Creo que es algo que tengo en el inconsciente ese por el hecho de ser calvo, Mochuelo
Carrá es mucha Carrá, cómo mola! petardeo!
Cuando la llaman señorona, Nati llora...
jaj cari, me encanta tu juego de la confusión, la verdad es que cuando se operan todas quedan iguales.... les cambia la cara. A mi esta tía me parecía muy elegante, ahora parece una mona....
Pero la última que se ha cambiado la cara ha sido la condesita, la hija de la de Alba, y se ha quedado hecha otra mona....
Bezos
Publicar un comentario