julio 07, 2009

Mi perspectiva del mundo de la danza

La verdad es que, salvo por detalles insignificantes como las fotos de hombres desnudos, este blog mío me está quedando últimamente muy poco marica: ni hablo de Madonna, ni de Mónica Naranjo, ni de decoración de interiores. Parece como si no tuviera interés en mantener los sanos estereotipos de los que se alimenta el humor fino de Arévalo o de Escenas de Matrimonio, y eso no está nada bien: a este paso, se nos van a acabar muriendo los prejuicios, y qué sería de nuestra querida Españñññia sin ellos. Por eso, y en atención al bien común, hoy voy a hacer por una vez lo que se espera de mí y voy hablar de algo con mucho arte, mucha estética y mucha sensibilidad: la danza.

Lo esperable en estos casos sería dar la visión que puede tener un gay desde dentro del mundo de la danza. Pero a tanto no llego: todo lo más que puedo hacer es dar conocer mi perspectiva del asunto, que está tomada desde un lugar algo más remoto: concretamente, desde una o dos galaxias de distancia al Planeta Danza.

De hecho, estoy a tal distancia que me va a resultar difícil escribir acerca del tema. Mi relación con el baile es más o menos la misma que tienen los percebes con los microchips japoneses. El baile es para mí una de esas cosas que solo les suceden a los demás, como dejar embarazada a la hija de la pescadera o tener la menopausia. Me temo que soy bastante heteromorfo en este aspecto. Al igual que los vejetes del pueblo de la película "In & Out", yo soy de los que contemplan la pista de baile como si estuviera en lo alto del Everest (alta, lejana, terrible, peligrosa y privada de oxígeno), y he de reconocer que tengo solamente una idea muy vaga acerca de la existencia, funcionamiento y uso de un gran número de articulaciones de mi cuerpo. Concretamente, sólo he llegado a dominar las tres primeras fases de lo que llamaremos Posiciones del Baile Viril, a saber:
  1. Primera Posición, o La Grulla Afirmativa: con las manos en los bolsillos y el cuerpo rígido como un palo de escoba, el aspirante a Bailarín Viril mueve la cabeza en oscilación periódica, como si asintiera, intentando (sin demasiado éxito por lo general) seguir el ritmo de la música. En ocasiones esta Posición se practica con la espalda recostada contra la pared y opcionalmente se puede tener una de las manos ocupada con un cubata o cigarrillo en vez de tenerla en el bolsillo

  2. Segunda Posición, o El Pingüino Tambaleante: a medida que el Bailarín Viril va cogiendo confianza, empieza a atreverse a separar los pies del suelo. Comienza así un lento movimiento de hombros y tronco de derecha a izquierda, que recuerda al de un pingüino o al de un oso a dos patas, o tal vez a un bolo a punto de abandonar el estado de equilibrio vertical.

  3. Tercera Posición, también llamada del Esquiador: una Posición avanzada y que despierta gran orgullo en el Bailarín Viril, consiste en mover los codos hacia atrás y menear los brazos conjunta o alternativamente, como en el esquí clásico, en un movimiento de vagas connotaciones sexuales. Las piernas se doblan ligeramente a la altura de las rodillas, posiblemente para amortiguar hipotéticos impactos sobre la nieve. Esta Posición suele alcanzarse después del cuarto o quinto cubata de la noche.
Creo que a estas alturas ya está bastante claro mi grado de relación, o falta de ella, con el mundo de la danza. Pero quiero dejar claro que no es cierto que yo nunca haya bailado: lo hice una vez, si mal no recuerdo, en la verbena de mi pueblo, allá por el 87. Dicho lo cual, puedo empezar mi disertación propiamente dicha.

El mundo de la danza es muy amplio. Podemos distinguir gran variedad de estilos, entre los cuales los más importantes son el ballet clásico, la danza contemporánea y Joaquín Cortés. El ballet clásico se caracteriza por la profusión de tutús y bailarinas descalcificadas (en cuestión de desnutrición la bailarina de ballet clásico media sólo es superada, al menos dentro del mundo occidental, por las chicas del equipo rumano de gimnasia rítmica). En el ballet clásico se considera un plus ser ruso, aunque en los últimos tiempos la condición se ha relajado un poco y basta con ser excomunista. Contrariamente a lo que se suele pensar, bolshoi en ruso quiere decir "grande" y no "esclavitud infantil". Ejemplos de grandes bailarines clásicos rusos han sido Mijail Baryshnikov y Rudolf Nureyev. Anna Pavlova también hubiera sido un gran bailarín ruso si no fuera porque era una mujer, así que tuvo que conformarse con ser bailarina.


La danza contemporánea suele resultar más interesante, aunque solo sea porque a veces se permite que los bailarines aparezcan semidesnudos o totalmente desnudos. Un grupo de personas en taparrabos, saltando en setenta metros cuadrados de muebles futuristas de aluminio y bolsas de colores mientras suenan tambores y se oyen voces estridentes gritando en varios idiomas puede ser considerado una obra maestra de arte conceptual o un grupo de pasajeros histéricos atrapados en una sala de espera de la T4 durante una huelga de pilotos de Iberia, dependiendo del contexto. Lo importante es mantener una actitud convenientemente excéntrica, si eres uno de los artistas, o suficientemente hastiada (pero sin caer en el escepticismo), si formas parte del público.

Respecto al último gran subgrupo dentro de la danza mencionado anteriormente, Joaquín Cortés, el secreto está en lograr un difícil equilibrio entre poderío sexual y movimientos serpentinos, en ser idolatrado en Japón, en liarse con top models y en mostrarse alternativamente refinado o analfabeto, según requiera la ocasión.

Existen otros tipos de baile, pero no estoy seguro de que los expertos los incluyan dentro del repertorio de lo que se suele llamar danza culta. Están por ejemplo los bailes regionales, que implican hacer cosas tales como ponerse ensaimadas en las orejas, especular acerca del factor Rh y tirar cabras desde campanarios. Otro tipo de baile muy popular son los bailes de salón, como por ejemplo el tango (que ha sido declarado delito contra la moral pública en varios estados, según tengo entendido), el foxtrot (que inspira en los participantes una cierta euforia y ganas de comer zanahorias) y la salsa (mi preferida: el ali-oli). Por último están los rituales de cortejo bailados, entre los cuales se cuentan el minuet, la lambada y el echarle cerveza entre las tetas a una alemana beoda en una fiesta de la espuma de alguna discoteca de Ibiza.

Atendiendo a la técnica, existen una serie de figuras ya establecidas sobre las cuales se elaboran variaciones de mayor o menor grado de inspiración. El clásico dúo formado por un mancebo con mallas y una joven anoréxica y paliducha haciendo piruetas se llama pas de deux y ha sido oficialmente aprobado por el Vaticano, siempre que al final del ballet los participantes se casen. Si agregamos un tercer participante tenemos un pas de trois, que ya empieza a sonar a pecado. Cuando todo el reparto se une al mogollón tenemos un paspartous, lo cual es motivo de excomunión inmediata y además sirve para enmarcar un cuadro. Otros movimientos y posiciones de gran éxito son el grand jeté, consistente en pegar un buen salto (preferiblemente no por la ventana, en cuyo caso tenemos una clásica defenestración), el coupé, que al parecer es un tipo de automóvil (tampoco estoy muy puesto en materia de locomoción), el demi-plié, muy útil cuando se va al baño, y la glissade, que también se puede hacer con una vulgar bolsa de plástico en la nieve (o, si se es pijo, con la snowboard).

Yendo a lo carnal, mi privilegiada perspectiva gay y externa me permite hacer comentarios generales, como por ejemplo que las bailarinas de ballet tienen pinta de tener cuellos quebradizos, o ir a lo concreto, que es dar puntuaciones a los bailarines basándome en elementos básicos (espalda, bíceps, nalgas, paquete, cara, etc). A Igor Yebra le pondría un 7, a Ángel Corella un 7,5 y a Nacho Duato un 8. Todos ellos con notable porque indudablemente tienen un cuerpo de lo más currado, pero he de reconocer que los bailarines no son realmente mi tipo (sospecho que el sentimiento es mutuo): prefiero por lo general a los bomberos, a los jugadores de waterpolo, a los taquimecanógrafos y al fontanero que vino una vez a mi casa a arreglarme una fuga en la calefacción.


Por último, he de decir que la danza es una ocupación dura y exigente, no apta para gente de voluntad débil. Una idea de esta dureza la da la famosa frase de Baryshnikov, quien dijo: "yo no trato de bailar mejor que nadie más. Yo sólo trato de bailar mejor que yo mismo". Pues bien, nunca lo consiguió: siempre bailó exactamente igual que él mismo, lo cual le ha atormentado hasta el día de hoy.


7 comentarios:

Nils dijo...

No me ha quedado claro si bailas sevillanas o no...

Nils dijo...

Ted Colunga con pelo no mola nada de nada. Cómo cambia tras la depilación!

Thiago dijo...

Ah, si la Paulova, una que tenía un perro que bailaba lo que ella quería según los reflejos condicionados, jajaajjaja.

Cari, no lo vas a creer pero a mi me gustan los tíos bastante tíos, pero si algo me pone de un machote es que baile bien... hay un tipo de tio que se mueve de una manera especial, como si estuviera flotando, sabes? que me pone super cachondo.

A mi me gusta mucho la danza, creo que es un arte bellísimo que solo con el cuerpo humano expresa un montón de sentimientos. Eso si, me gusta mas la danza moderna que la clásica, y claro, como no soy un gran experto prefiero las coreografías que los solos, jajaa. Este verano estuve en la despedida de Corella, aparte que mi madre ha ido siempre a clase de Victor Ullate...

Bezos.

starfighter dijo...

Siempre asocio las mallas a la danza y Robin Hood. Para cuando un ballet con los alegres chicos de Sherwood...

Sufur dijo...

Jo, Nils, por una vez te niego la mayor: yo lo prefiero con pelo. Ya sabes que me gustan peludos y del mesozoico...

¿Lo ves, Thiago? Tú sí que rezumas sensibilidad, y además eres poeta...

Eso de los alegres chicos de Sherwood suena prometedor, Starfighter. ¿Dónde hay que apuntarse?

Nyc dijo...

Ups! hasta que has aclarado lo de las tres posiciones creía que bailaba medianamente mal, pero ahora veo que lo hago rematadamente :(

hm dijo...

Lo de la T-4 ha sido genial... yo sólo bailo sevillanas... el resto del tiempo recurro a los tres pasos que has descrito. El paspartú, el parpastruá y el parpasduá los uso en otras circunstancias, pero no el el baile (y siempre implican excomunión).

¿Llamaste a un fontanero por que estabas caliente, digo, tenías un problema con la calefacción?

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