agosto 11, 2009

Ayer tuve Otro Sueño.

Está visto que mis sueños no le llegan ni a la suela de los zapatos al sueño de Martin Luther King, pero sí que están más o menos empatados con los de Leire Pajín. Mi vida onírica bastaría para dos o tres tesis doctorales de psicoanálisis, si mereciera la pena semejante pérdida de tiempo.

En mi sueño de anoche, el osezno y yo celebrábamos juntos la nochevieja en una enorme terraza-jardin con vistas y llena de una explosiva mezcla de gente guapa, guiris y, en una esquinita, físicos teóricos. El lugar era espectacular y las vistas, tremendamente interesantes.

El osezno había elegido materializarse para la ocasión bajo la forma de Coco, el amigo de los niños. Y eso que yo ya tenía bastante claros los conceptos de "cerca" y "lejos". Abrazarle era una delicia, pero besarle con esa narizota y con esa boca de buzón era bastante raro. En el sueño, me preguntaba cómo sería mantener ayuntamiento carnal completo con un muñeco tan peludo.

La cosa se animaba fuera. Por la calle empezaban a pasar vistosas procesiones con toda la parafernalia: santos churriguerescos, obispos esferoidales, gente vestida del Ku Klux Klan, gigantes y cabezudos, etc. Las procesiones se encaminaban al Vaticano, sito un par de calles más allá, y yo lamentaba haberme dejado en casa mi cámara de fotos y tener que depender de mi móvil para inmortalizar el evento. Me desesperaba la lentísima velocidad de obturación de la cámara del cacharrejo.

Mientras intentaba hacer una complicadísima foto de los fuegos artificiales sobre la Cúpula de San Pedro, con una cámara que en sus mejores momentos sólo es capaz de enfocar correctamente si la iluminación es comparable a la de los focos de un estadio de fútbol olímpico alimentados con todos los megavatios de una central nuclear, un equipo televisivo del programa de Lonely Planet me abordaba para ver cómo estaba celebrando el Año Nuevo. Yo intentaba sacar a relucir mi mejor inglés -comparable no al de Paco Martínez Soria, sino al de sus gallinas- y ellos me daban una copa de las de champán para brindar con ellos. Pero la copa estaba vacía y a mí me daba reparo señalarles el pequeño detalle. Además, uno de los cámaras era japonés.

Buscando alejarme un poco del barullo, encontraba en una esquina de la terraza un patio cordobés con una piscina interior del tamaño de la provincia de Alicante. La inolvidable Emma Penella, en su papel de Supernena de "Aquí no hay quien viva", decía enérgicamente que ella se pedía una habitación con vistas. El osezno-Coco se estaba bañando, rodeado de chulos, y a mí me preocupaba que no se le fuera a secar bien el pelaje y fuera a pillar un resfriado.

Hacia el otro lado del edificio, estaba París. Con la cámara de mi móvil el ristre, me adentraba por los Campos Elíseos, pero era un rollo porque todo estaba lleno de españoles escuchando un concierto de Bebe, a quien le quedaba mucho mejor el pelo corto, y además me daba mal rollo que me fueran a robar la cámara (ya me pasó una vez en París). De modo que me volvía a la fiesta a ver qué sucedía primero, si tirarme a Coco o ver de una vez al Papa haciendo de las suyas.

Y en esas sonó el despertador, salvando a mis neuronas de quedar irremediablemente fritas.


La foto no tiene nada que ver con el contenido de la entrada de hoy, pero ¿verdad que alegra la vista?




3 comentarios:

Otto Más dijo...

Tú lo que tienes es a) mucho amor por tu oso y b) una pedrada onírica la mar de divertida :)
Yo hace que no recuerdo mis sueños, mil... A mi es que el mundo me ha hecho musho daño xDDDDDD
Y sí, vaya tío!

Peritoni dijo...

Vaya sueños nene, estás en plena regresión a la infancia, pero conservando la perversión adulta lo cual es morboso y complicado, jajajajajaja.
Por cierto que en widdget ese de los c. de nuestro blog no te actualiza desde el 11 de junio o algo así...!!!

hm dijo...

¿Un cocnierto de Bebe en los campos Elíseos?... Dios, no sé si leer estas entradas que haces me hacen bien, jajajaja.

Si tu comentario de hoy en mi blog es cierto, estás tardando en presentarme a tus colegas... yo creo que no soy mal partido, jajajajaja

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