Relativamente hablando

Tal vez algún lector avispado, con buena memoria y mucho tiempo libre se haya preguntado por qué hace algún tiempo que no hago posts de relleno informado -con dobles sentidos- de por dónde voy en el temario de Cuántica. El motivo es sencillo: ya he acabado con mi parte. Se trata de una asignatura compartida y, salvo por las tutorías y los exámenes que quedan, ya puedo desentenderme y dedicar más tiempo a la investigación.

O no. Porque ya puestos a ser profe de Física, vamos a hacerlo bien, a lo grande: Física Cuántica en el primer cuatrimestre, y Relatividad General en el segundo, y además la Relatividad no la compartiré con ningún otro profesor, así que estaré metido de lleno en ella de febrero a junio.

Y esto es un problema serio porque, veréis, yo no tengo demasiada idea de Relatividad. No es mi tema de trabajo y no la estudié en la carrera (hice una especialidad absurda), así que mi nivel de conocimientos sobre el tema no va mucho más allá de lo necesario para Darse Aires De Importancia En Una Conversación De Bar.

Así que me toca ponerme a estudiar a fondo. Empiezo hoy. Mi plan es dedicarle unas tres o cuatro horas diarias durante lo que queda de curso, empezando por las materias previas (mecánica, electromagnetismo, ecuaciones en derivadas parciales, geometría diferencial, cálculo tensorial) y metiéndome luego en el meollo hasta llegar a esto:

¿Que qué es eso? Pues se trata de la forma comprimida de las famosas ecuaciones de Einstein, que relacionan la geometría del espacio-tiempo (parte izquierda de la ecuación) con el contenido de materia y energía (el tensor T de la parte derecha). Esta ecuación rige el comportamiento de todos los cuerpos sometidos a la gravedad y, en particular, la evolución del Universo en su conjunto. Según muchos, la ecuación más bella de la historia de la Física. Aunque me va a costar sangre, sudor y lágrimas, ardo en deseos de entenderla de verdad...