diciembre 10, 2009

R.E. Worcerstersauce: fragmentos de una vida

Se cumplen hoy, exactamente a las ocho treinta de la tarde, ochenta y seis años de la muerte del conocido articulista, biógrafo y novelista británico Roger Elizabeth Worcestersauce, de quien tanto se ha hablado y cuyas obras aún hoy inundan a las estanterías de las librerías de segunda mano de la Cuesta de Moyano. En este señalado día, qué mejor homenaje que hacer una breve reseña en estas páginas acerca de tan ilustre personaje.

Poco sabemos acerca de los primeros años de R. E. Worcestersauce (Llanfairpwllgwyngyll, Gales, 1874 - Londres, 1923). Su padre era el taxidermista de la aldea, ilustre profesión de gran raigambre en la familia y que habría sido sin duda la del joven Roger de no haber éste recibido, ya de niño, la llamada de la literatura1. Rechazando la profesión de sus antepasados, Worcestersauce se mudó a Londres, estableció una vida de bohemio y en poco tiempo trabó contacto con lo más granado de la intelectualidad londinense de la época, de la que llegó a formar parte principal. Por ejemplo, su relación con el Círculo de Bloomsbury, soslayada de forma vergonzante por la historiografía dominante, resulta más que evidente a la luz de ciertas cartas entre Worcestersauce y Lytton Strachey, datadas en 1912 y recientemente hechas públicas por los herederos del primero, y de las que ofrecemos una selección de extractos:

Querido Sr. Worcestersauce:

No he podido dejar de observar, no sin cierto desmayo, que lleva usted más de dos semanas plantando su, leo literalmente, "Fabuloso Puesto Ambulante de Hot Dogs", justo enfrente del portal de mi casa. Comprendo que su elección de actividad profesional es perfectamente lícita y que tiene Ud. todo el derecho del mundo a ganarse el pan, pero le rogaría que lo hiciera en otro lugar. Sus constantes reclamos publicitarios al megáfono disturban mi concentración, tan necesaria para escribir, y también dificultan mi capacidad para conciliar el sueño: llámeme raro, pero tener a una persona de voz tan desagradable como la suya ofreciendo salchichas a voz en grito a la puerta de casa y a las dos de la madrugada se me hace francamente incómodo, por no hablar del olor a fritanga y las manchas de mostaza que deja Ud. sobre el pavimento. Espero que podamos llegar prontamente a un amistoso acuerdo satisfactorio para ambas partes. Atentamente,

Lytton Strachey

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Querido Sr. Strachey:

Cuánto lamento sus molestias. Le prometo que intentaré moderar el volumen de mi megáfono. Por favor, acepte como compensación uno de mis famosos Perritos Con Extra De Queso, totalmente gratis. Siempre suyo,

R.E. Worcestersauce

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Estimado Sr. Worcestersauce:

Me temo que no nos hemos entendido del todo bien. De nada me sirve que usted deje de gritar por el megáfono, si a cambio intenta atraer a los potenciales compradores sonando un organillo a todo volumen, acompañado de un mono bailarín adiestrado. La barahúnda es insoportable, y soy alérgico a todo tipo de simios. Además, su perrito caliente me ha provocado ardor de estómago. Por favor, retire su puesto ambulante o tendré que llamar a la policía. Siempre Suyo,

Lytton Strachey

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Querido Sr. Strachey

Jamás en mi vida me había sentido tan ofendido por algo: sepa Ud. que mis Legendarios Perritos Calientes están hechos con carne 100% animal, totalmente natural, sin apenas aditivos, y que yo mismo elaboro la Salsa Especial con todo cariño, cuidando cada detalle, dejándola con mis propias manos al sol durante tres días para conseguir ese espectacular sabor que ha podido usted apreciar. En mor del buen nombre de mi empresa. exijo una satisfacción inmediata por sus palabras difamatorias. Siempre suyo,

R.E. Worcestersauce

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Sr. Worcestersauce:

No sólo no ha retirado Ud. su inmundo carro ambulante lleno de bazofias, ni se ha llevado a ese mono pulgoso que tanto se le asemeja en aspecto y comportamiento, sino que además ahora me encuentro con que alguien ha llenado mi buzón de salsa de tomate caducada y ha regado las petunias de mi jardín con aceite de freír salchichas. Empiezo a intuir que Ud. y yo tenemos un serio problema. Le doy un ultimátum: aléjese de mí o tendré que pasar a acciones legales.

Lytton Strachey

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Sr. Strachey:

Eso no me lo dice Ud. a la cara. Salga aquí si tiene redaños, alfeñique. Atentamente,

R.E. Worcestersauce

Después de haber empezado con este primer mal pie, la relación entre ambos escritores mejoró sustancialmente, gracias en parte a una oportuna orden judicial de alejamiento.

En el plano puramente literario, R.E. Worcestersauce fue un innovador entusiasta: practicó sucesivamente el modernismo, el dandismo, el fauvismo, el ultraísmo, el existencialismo, el futurismo, el surrealismo, el patafisicismo, el antirrealismo, el vanguardismo, el dadaísmo y el experimentalismo, todo ello sin salir de la primavera de 1916. Su producción literaria fue ingente y llenó cajas y cajas de servilletas del pub The Olde Moron, donde solía sentarse a ver pasar la vida, tomar carajillo tras carajillo y escribir.



De sus novelas históricas, destaca la elaboración y caracterización de sus heroínas femeninas: mujeres fuertes, audaces, nada convencionales, que desafían la estructura machista de la sociedad al hacerse dueñas de su carne: así, en la novela "Polainas de Antaño", Lady Abigayle escandaliza a toda la sociedad victoriana al proferir ante su marido, en pleno baile, la famosa frase "Claude, debes saberlo: mis orgasmos NO eran fingidos". Otro ejemplo lo tenemos en la que para muchos es su obra cumbre, "Las Ocas del Mal": en ella la protagonista, Peggy, se ve forzada a casarse con un brutal filántropo asesino, quien la obliga a batir mahonesa a todas horas para sus sándwiches de atún. Ella sobrevive sólo merced a su indomable fuerza de voluntad y a los bíceps que desarrolló jugando al pádel con su hermana melliza, tristemente muerta por empacho de cerezas2. Un ejemplo más lo tenemos en la obra corta de teatro "Alopecia al Desnudo", en la que se da el siguiente diálogo entre Madame Sybill y quien hasta ese momento ella había creído ser su marido:

M. SYBILL: Me defraudas, Angus: en seis años de matrimonio nunca me has traído flores. ¡Ni una sola vez! Yo, que de joven tenía mil pretendientes, a cada cual más solícito (gime). ¿Tan poco te importamos yo y el hijo tuyo que llevo en mi vientre?

ANGUS: Icck, iiick, hiiick

M. SYBILL: Siempre me dices lo mismo. ¡Siempre! Pero no, no debo lamentarme (hace una pausa dramática, de unos cuarenta minutos) A la luz de lo que ahora sé empiezo a entender tu frialdad, tu inhumano comportamiento. Sí, Angus: ¡conozco tu secreto!

ANGUS: ¿Iiick?

M. SYBILL: Has intentado ocultármelo. ¡Todos me habéis estado engañando! (solloza) ¿Y por qué? Yo te lo diré, Angus: por envidia. Triste y pura envidia. ¡No soportáis mi superior inteligencia! Y ahora veo a través de vuestros engaños: no intentes negarlo. Sé que eres... ¡una mofeta!

ANGUS: ¡Iiiiiiiick!
El tema de la suplantación por mofetas parecía preocupar mucho a Worcestersauce y reaparece en otras obras tardías, como por ejemplo "Quítame allá esas pajas" (1919), "Póker en la consultoría" (1921), "el ataque de las Cuñadas" (1922) y "Las varices de Lady Turtleback" (publicada de forma póstuma en 1926).

Roger Elizabeth Worcestersauce murió una cálida tarde de mayo, después de una suave lluvia de primavera, cuando se dirigía en compañía de su amante, la señorita Ethel Courgette, a la ópera, por causa de un ataque de tos, para la cual no existía cura en esos tiempos primitivos. Dejó huérfana a toda una generación de jóvenes escritores que se había formado, a falta de algo mejor que hacer, en torno a su figura. Aún hoy sus obras son leídas en cárceles de todo el mundo, y su obra ha inspirado a grandes escritores de la talla de Marcel Boniatowski, Arturo Pérez-Reverte, el guionista de las canciones de Rodolfo Chikilicuatre y otros escritores de semejante talla. Según nuestras últimas noticias, una importante productora de Hollywood se encuentra en negociaciones para llevar a la gran pantalla su trilogía fantástica "el Cortauñas de los Elfos".

Descanse en paz R.E. Worcestersauce, Amén.






(1) Concretamente, bajo la forma de un fuerte impacto de cabeza contra la edición rústica de Guerra y Paz: el golpe le afectó de tal forma las funciones motoras que durante el resto de su vida Worcestersauce fue incapaz de hacer ningún tipo de trabajo manual de precisión. De hecho, ningún tipo de trabajo en absoluto, según diversas fuentes.

(2) Como es desvelado durante el capítulo LXVI a lo largo de una emotiva escena flashback: ¿quién no recuerda ese aterrador lamento, "Elisenda, no, no sigas, al menos no te las tragues enteras"?

10 comentarios:

starfighter dijo...

Virgensanta, ahora mismo voy raudo a La Casa del Libro a pedir "Las ocas del mal", tiene que ser magistral.







PD: Chiquillo, tienes demasiado tiempo libre, XD

Nyc dijo...

Si es que Lytton Strachey siempre fue un estirado ;)

Allau dijo...

Menudo ejemplar de vida ejemplar. Muy bueno.

Eleuterio dijo...

Esto es o parece un texto de Woody Allen.

¿No?

Sufur dijo...

Parece, ¿verdad? De mayor quiero ser como él (pero sin la china)

hm dijo...

Flipo con estas entradas tuyas...

quéinsólito dijo...

Dios mio...no me imaginaba yo que se podía sacar tanto y que podría ser tan tremendo!...y tan Woody es verdad!...sin manhattanes por delante pero sisi...tan "humano" y tan psicoanalísitico.

Mira que vi el texto y me dije...uuuuuffff....que largo...y con el estómago lleno...pero empecé, y fue un no parar!

Gracias!

Nils dijo...

lo que no entiendo es que a las 2 de la mañana no sacara la escopeta y se liara a tiros con el organillo, el mono y el salchichero de los cojones...

Gárgamel dijo...

Pues a mí me ha recordado a Y-Voy-A-La-Ruina Escurridizo... :-p

Anónimo dijo...

Espero no parecer descortés si te hago una corrección: el padre de Worcestersauce, el tan recordado y nunca bien ponderado Mr. Vernon Worcestersauce, no era taxidermista, sino taxista. Se trata de un error común, ya que Mr. Worcestersauce Sr., además de halitosis, padecía una dermatitis crónica que ha llevado a más de un historiador a confundir, o más bien fundir, ambos términos.

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