¿Qué escritor de ciencia-ficción, y no vale decir Philip K. Dick, es capaz de escribir un personaje protagonista cuya mejor virtud es estar como una cabra, y hacer que le caiga bien al lector?
Larry Niven, de quien ya he hablado, es uno de esos escritores insólitos que funcionan mejor en tándem. En condiciones normales, ver en la carátula de un libro el nombre de más de un autor es motivo más que suficiente para que me entre urticaria. Sin embargo, tengo que reconocer que el caso Niven et al. es una de esas excepciones que confirman la regla: salvo en unos pocos casos, me gustan más los libros que ha escrito en colaboración con otros autores que los que firma en solitario. Sospecho que hay un motivo para ello y creo que es el siguiente: Niven tiene muy buenas ideas, pero escasa habilidad para rematarlas. Como inventor de mundos, especies y escenarios de ciencia-ficción no tiene rival. Sus planteamientos y sus personajes son tremendamente inteligentes, pero literariamente bastante planos. Por lo visto sus editores deben pensar lo mismo que yo, animándole a escribir a alimón con otros autores más estilosos.
Toda esta disgresión viene a cuento porque acabo de cepillarme Fleet of Worlds, uno de sus libros en colaboración (esta vez con Edward M. Lerner, a quien yo no conocía de nada), y me ha dejado buen sabor de boca. Como en otras ocasiones, la novela se construye en torno a una o dos ideas fundamentales muy interesantes, alrededor de las cuales se desarrolla una historia.
Idea uno. Por algún motivo, tendemos a considerar a los carnívoros más inteligentes que a los herbívoros: los lobos nos parecen más inteligentes que las ovejas, los leones más que las gacelas, los zorros más que los conejos. Una convención no escrita entre los autores de ciencia-ficción y entre muchos teóricos de la evolución es que las especies inteligentes deberían evolucionar a partir de seres carnívoros u omnívoros, cazadores que se vieran favorecidos por ser astutos (en vez de, por ejemplo, rápidos) en la selección natural. Y, sin embargo, un herbívoro astuto también podría resultar favorecido por la selección natural. ¿Qué ocurriría si una especie herbívora evolucionara hacia la inteligencia? ¿Cómo sería su civilización? ¿Cómo se relacionaría con otras especies, especialmente las más agresivas? Y, sobre todo, ¿qué pasaría si una civilización de este tipo, tecnológicamente más avanzada, entrara en contacto con la humanidad?
Larry Niven inventó hace tiempo una raza de tales características: los Titerotes de Pierson (titerote es como se tradujo en las novelas el nombre inglés puppeteer, yo habría usado la palabra titiritero). Los titerotes, enormemente avanzados científicamente, han formado una sociedad estable cuya principal seña de identidad es la cobardía. Un titerote en su sano juicio no se enfrenta a los posibles predadores: huye de ellos. A los titerotes les gusta la compañía de otros miembros de su misma especie, recuerdo de su época como animales de rebaño, y rehúyen de la de cualquier otro individuo. En su mundo no hay peligros: la naturaleza ha sido completamente domada, las especies potencialmente peligrosas eliminadas o genéticamente modificadas, no existen objetos afilados, los muebles no tienen bordes rectos ni esquinas, sólamente se usa la tecnología suficientemente probada y con miles de controles de seguridad... La pregunta es cómo semejante raza de cobardes puede relacionarse con otras... y cómo puede dar pie a una novela que no sea un auténtico tostón soporífero.
La respuesta a ambas preguntas es la misma: ningún titerote en su sano juicio se pondría jamás en el más mínimo peligro... usemos entonces a los que no están totalmente en sus cabales.
Los exploradores, los comerciantes, los diplomáticos titerotes... están todos locos, según los estándares de su propio pueblo. Locos, pero necesarios. Alguien tiene que ir por delante de la manada para avistar potenciales peligros. Alguien tiene que tratar con todas esas especies de carnívoros salvajes, incluyendo a esos humanos desmelenados. Alguien tiene que manipular a las especies inferiores para que no se conviertan en amenazas. Dos facciones políticas, la mayoría Conservadora formada por individuos cuerdos y la minoría Experimentalista formada por individuos ligeramente neuróticos (según los estándares titerotes) se turnan en la toma de decisiones: los Conservadores mandan la mayor parte del tiempo, pero cuando una amenaza global sacude a toda la especie los Experimentalistas toman las decisiones necesarias.
El protagonista de la novela, Nessus, es un joven explorador Experimentalista que sufre ciclos maníaco-depresivos, y se ve obligado a hacer de enlace entre su pueblo y los "locos" humanos... ¡qué identificado me siento!
Idea dos. Aparece una amenaza de proporciones cataclísmicas, pero cuyos efectos están lejanísimos en el tiempo. En concreto, una cadena de explosiones de supernovas en el Centro Galáctico inundará de radiación de alta energía toda la Galaxia, esterilizándola, pero aún tienen que pasar veinte mil años antes de que los efectos se noten a esta distancia del Centro. ¿Qué haría una raza inteligente, previsora y cuyo primer instinto es huir de cualquier amenaza, por remota que sea? Poner tierra de por medio. ¿Pero cómo evacuar del planeta un billón de habitantes que no pondrían el pie en una nave espacial ni locos?
Pues te llevas tu planeta contigo.
Formas una roseta de Klemperer con tu planeta y unos cuantos mundos más que vas a usasr como bases agrícolas, fabricas unos cuantos soles en miniatura para calentar tus cultivos y te marchas de la galaxia, a velocidades sublumínicas. Si sales ahora, dentro de veinte mis años estarás bastante lejos y cuando te alcance la onda de radiación ésta se habrá diluido lo bastante como para no ser un peligro. Y de paso, todas las otras especies que se queden atrás morirán achicharradas, con lo que dejarán de ser una amenaza...
Claro que, ¿qué les cuentas a los demás? ¿Cómo explicas tu desaparición? ¿Cómo te las apañas para que nadie encuentre tu Flota de Mundos cobarde?
Y, lo más importante, ¿qué haces con los humanos, cuando descubren que les has estado manipulando durante siglos para que te hagan el trabajo sucio?
Larry Niven, de quien ya he hablado, es uno de esos escritores insólitos que funcionan mejor en tándem. En condiciones normales, ver en la carátula de un libro el nombre de más de un autor es motivo más que suficiente para que me entre urticaria. Sin embargo, tengo que reconocer que el caso Niven et al. es una de esas excepciones que confirman la regla: salvo en unos pocos casos, me gustan más los libros que ha escrito en colaboración con otros autores que los que firma en solitario. Sospecho que hay un motivo para ello y creo que es el siguiente: Niven tiene muy buenas ideas, pero escasa habilidad para rematarlas. Como inventor de mundos, especies y escenarios de ciencia-ficción no tiene rival. Sus planteamientos y sus personajes son tremendamente inteligentes, pero literariamente bastante planos. Por lo visto sus editores deben pensar lo mismo que yo, animándole a escribir a alimón con otros autores más estilosos.
Toda esta disgresión viene a cuento porque acabo de cepillarme Fleet of Worlds, uno de sus libros en colaboración (esta vez con Edward M. Lerner, a quien yo no conocía de nada), y me ha dejado buen sabor de boca. Como en otras ocasiones, la novela se construye en torno a una o dos ideas fundamentales muy interesantes, alrededor de las cuales se desarrolla una historia.
Idea uno. Por algún motivo, tendemos a considerar a los carnívoros más inteligentes que a los herbívoros: los lobos nos parecen más inteligentes que las ovejas, los leones más que las gacelas, los zorros más que los conejos. Una convención no escrita entre los autores de ciencia-ficción y entre muchos teóricos de la evolución es que las especies inteligentes deberían evolucionar a partir de seres carnívoros u omnívoros, cazadores que se vieran favorecidos por ser astutos (en vez de, por ejemplo, rápidos) en la selección natural. Y, sin embargo, un herbívoro astuto también podría resultar favorecido por la selección natural. ¿Qué ocurriría si una especie herbívora evolucionara hacia la inteligencia? ¿Cómo sería su civilización? ¿Cómo se relacionaría con otras especies, especialmente las más agresivas? Y, sobre todo, ¿qué pasaría si una civilización de este tipo, tecnológicamente más avanzada, entrara en contacto con la humanidad?
Larry Niven inventó hace tiempo una raza de tales características: los Titerotes de Pierson (titerote es como se tradujo en las novelas el nombre inglés puppeteer, yo habría usado la palabra titiritero). Los titerotes, enormemente avanzados científicamente, han formado una sociedad estable cuya principal seña de identidad es la cobardía. Un titerote en su sano juicio no se enfrenta a los posibles predadores: huye de ellos. A los titerotes les gusta la compañía de otros miembros de su misma especie, recuerdo de su época como animales de rebaño, y rehúyen de la de cualquier otro individuo. En su mundo no hay peligros: la naturaleza ha sido completamente domada, las especies potencialmente peligrosas eliminadas o genéticamente modificadas, no existen objetos afilados, los muebles no tienen bordes rectos ni esquinas, sólamente se usa la tecnología suficientemente probada y con miles de controles de seguridad... La pregunta es cómo semejante raza de cobardes puede relacionarse con otras... y cómo puede dar pie a una novela que no sea un auténtico tostón soporífero.
La respuesta a ambas preguntas es la misma: ningún titerote en su sano juicio se pondría jamás en el más mínimo peligro... usemos entonces a los que no están totalmente en sus cabales.
Los exploradores, los comerciantes, los diplomáticos titerotes... están todos locos, según los estándares de su propio pueblo. Locos, pero necesarios. Alguien tiene que ir por delante de la manada para avistar potenciales peligros. Alguien tiene que tratar con todas esas especies de carnívoros salvajes, incluyendo a esos humanos desmelenados. Alguien tiene que manipular a las especies inferiores para que no se conviertan en amenazas. Dos facciones políticas, la mayoría Conservadora formada por individuos cuerdos y la minoría Experimentalista formada por individuos ligeramente neuróticos (según los estándares titerotes) se turnan en la toma de decisiones: los Conservadores mandan la mayor parte del tiempo, pero cuando una amenaza global sacude a toda la especie los Experimentalistas toman las decisiones necesarias.
El protagonista de la novela, Nessus, es un joven explorador Experimentalista que sufre ciclos maníaco-depresivos, y se ve obligado a hacer de enlace entre su pueblo y los "locos" humanos... ¡qué identificado me siento!
Idea dos. Aparece una amenaza de proporciones cataclísmicas, pero cuyos efectos están lejanísimos en el tiempo. En concreto, una cadena de explosiones de supernovas en el Centro Galáctico inundará de radiación de alta energía toda la Galaxia, esterilizándola, pero aún tienen que pasar veinte mil años antes de que los efectos se noten a esta distancia del Centro. ¿Qué haría una raza inteligente, previsora y cuyo primer instinto es huir de cualquier amenaza, por remota que sea? Poner tierra de por medio. ¿Pero cómo evacuar del planeta un billón de habitantes que no pondrían el pie en una nave espacial ni locos?
Pues te llevas tu planeta contigo.
Formas una roseta de Klemperer con tu planeta y unos cuantos mundos más que vas a usasr como bases agrícolas, fabricas unos cuantos soles en miniatura para calentar tus cultivos y te marchas de la galaxia, a velocidades sublumínicas. Si sales ahora, dentro de veinte mis años estarás bastante lejos y cuando te alcance la onda de radiación ésta se habrá diluido lo bastante como para no ser un peligro. Y de paso, todas las otras especies que se queden atrás morirán achicharradas, con lo que dejarán de ser una amenaza...
Claro que, ¿qué les cuentas a los demás? ¿Cómo explicas tu desaparición? ¿Cómo te las apañas para que nadie encuentre tu Flota de Mundos cobarde?
Y, lo más importante, ¿qué haces con los humanos, cuando descubren que les has estado manipulando durante siglos para que te hagan el trabajo sucio?
7 comentarios:
Veré si hay traducción de esas novelas, no he leído nada de ellos.
Yo que no soy científico soy incapaz de encontrar el sinsentido de una teoría científica si me la cuentan bien; creo que les creería todo sin chistar.
Joder, otra más a la lista. A este paso no acabaremos nunca...
Estoy de acuerdo contigo, me gusta más el Larry Niven colaborador; "La paja en el ojo de Dios" con Pournelle está muy bien.
Yo no soy muy de ciencia ficción, pero he de reconocer que suena la mar de interesante...
Joer, pues viniendo de un científico como tú... oye, ¿están en castellano?.
¿Cual es para ti el mejor libro de CF?
¡Hola! Que yo sepa, aún no han salido en castellano... estamos hablando de un libro editado sólo hace un par de años, y de mercado minoritario. Pero tiempo al tiempo,
¿La mejor novela de CF, para mi gusto? Buf, difícil dilema. Yo disfruté mucho con "Hyperion", de Dan Simmons, aunque igual debería hacer honor a los clásicos y recomendar la "Fundación" de Isaac Asimov :-)
Con lo ke me gusta la ciencia ficción en cine y el poco tiempo ke le dedico en literatura. Mi favorita del género es "Ubik", ke me parece increíble ke todavía no la hayan pasao al cine.
En la carrera nos explicaron ke se asocia carnivoros a inteligencia porke lo ke hizo crecer nuestro cerebro en la evolución fue la ingesta de carne.
Tiene razón, señor Mm: qué buena es Ubik. También he leído en varios sitios que el sistema digestivo de los carnívoros consume menos energía que el de los herbívoros, por lo que los primeros tienen más recursos "libres" para dedicar a construir cerebros... Nu sé, la verdad.
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