En un día como el de hoy, en el que la práctica totalidad de los españoles y de las españolas pasaremos a ser multimillonarios gracias a la Lotería, es justo y necesario (nuestro deber y salvación, por más señas) recordar, desde una perspectiva de Recogimiento y Fe, a una de las santas más especiales que adornan el calendario litúrgico. Estoy hablando, hermanas y hermanos míos, de
Sor-Teófila Primitiva del Cupón Bendito,
patrona insigne de los juegos de azar y de las salas de bingo.
Sor Teófila (nombre de soltera, Camilla Parker-Peláez) se casó con Dios una fría y tormentosa mañana de julio, allá por la época de la cruzada albigense1. Pronto ingresó en la orden monjil de las Hermanas Zarrapastrosas del Santo Cilicio, congregación que a la sazón se dedicaba a cuidar los caniches del arzobispo de Gotinga2. Las hermanas Zarrapastrosas eran pobres como ratas y solo mediante los más abnegados sacrificios eran capaces de mantener la producción de mantecados de anís de la que se alimentaban exclusivamente los caniches del arzobispo. Hasta que un año, en el que los precios del anisete se dispararon hasta niveles estratosféricos3, el convento se vio enfrentado a la bancarrota y la suspensión de pagos: las monjitas, solas frente a la adversidad, tuvieron que hacer de tripas corazón y exprimirse las meninges para obtener nuevas vías de financiación.
Fue entonces cuando, después de haber probado hasta las soluciones más ruines e ignominiosas para sacar dinero a los campesinos, a sor-Teófila se le ocurrió la idea que salvó a su convento: vender cupones para un sorteo.
Nadie ha dicho que los comienzos sean fáciles. La primera idea de sor-Teófila, vender pavos rellenos numerados, hacer un sorteo entre los pavos vendidos y regalarle al vencedor un trozo de papel con una frase conmemorativa, no tuvo el éxito esperado. El segundo intento, vender papeles numerados, hacer un sorteo y darle al ganador una palmadita en el hombro, tampoco fue lo que se dice un bombazo. Sor-Teófila, desanimada, se retiró a orar a la capilla de san Cernícalo de Salona4, se encomendó a la ayuda del santo, y tras cenar una tortilla de setas tuvo la siguiente visión: centenares de personas con pinta de idiota haciendo cola durante horas, en pleno invierno, frente al puesto de doña Manolita, para desperdiciar su dinero en una vana esperanza de poder pagar parte de una hipoteca en la que jamás debieron meterse en primer lugar. Animada por tan inspirador mensaje divino, sor-Teófila volvió al convento y al poco tiempo inventó la segunda lotería de la Historia5.
El éxito fue fulgurante. En pocos años las arcas de la congregación6 se vieron desbordadas, para gran satisfacción de las monjas y sobre todo de los caniches del señor arzobispo. Sor-Teófila murió, entre honores y emotivos discursos, en una cálida noche de febrero del año de Nuestro Señor de 1294. Tres semanas más tarde, el papa Bonifacio nombró Santa de la Iglesia a Sor-Teófila7 Primitiva del Cupón Bendito, patrona de los ludópatas. Descanse en paz, amén.
(1) Lo de casarse con Dios fue más bien una segunda opción: en realidad ella hubiera preferido hacerlo con un ingeniero aeronáutico, sin saber que dicha profesión aún no había sido inventada.
(2) El señor arzobispo, gran amante de los animales, mantenía una recova de cuatrocientos caniches, tres de los cuales llegaron a santos por méritos propios, pero ya nos ocuparemos de ellos en otra ocasión. Para alimentarlos a todos fueron necesarios, aparte de los amorosos cuidados de las hermanas Zarrapastrosas, los diezmos combinados de toda la Baja Sajonia durante cincuenta años, los justamente llamados lustros de la hambruna perruna. Pero no paraba ahí su amor por los animales: el arzobispo se enamoró de Polly, una oveja de raza Hampsire, con la que tuvo siete hermosos corderitos ilegítimos. Aquellos eran otros tiempos, más inocentes y felices que los de ahora.
(3) La versión oficial recogida en los libros de Historia echa la culpa de aquel incidente al gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, pero en realidad los responsables de todo aquel desaguisado fueron los controladores aéreos.
(4) Sor-Teófila era muy devota de san Cernícalo, a quien rezaba antes de comer pollo asado, su plato favorito.
Fue entonces cuando, después de haber probado hasta las soluciones más ruines e ignominiosas para sacar dinero a los campesinos, a sor-Teófila se le ocurrió la idea que salvó a su convento: vender cupones para un sorteo.
Nadie ha dicho que los comienzos sean fáciles. La primera idea de sor-Teófila, vender pavos rellenos numerados, hacer un sorteo entre los pavos vendidos y regalarle al vencedor un trozo de papel con una frase conmemorativa, no tuvo el éxito esperado. El segundo intento, vender papeles numerados, hacer un sorteo y darle al ganador una palmadita en el hombro, tampoco fue lo que se dice un bombazo. Sor-Teófila, desanimada, se retiró a orar a la capilla de san Cernícalo de Salona4, se encomendó a la ayuda del santo, y tras cenar una tortilla de setas tuvo la siguiente visión: centenares de personas con pinta de idiota haciendo cola durante horas, en pleno invierno, frente al puesto de doña Manolita, para desperdiciar su dinero en una vana esperanza de poder pagar parte de una hipoteca en la que jamás debieron meterse en primer lugar. Animada por tan inspirador mensaje divino, sor-Teófila volvió al convento y al poco tiempo inventó la segunda lotería de la Historia5.
El éxito fue fulgurante. En pocos años las arcas de la congregación6 se vieron desbordadas, para gran satisfacción de las monjas y sobre todo de los caniches del señor arzobispo. Sor-Teófila murió, entre honores y emotivos discursos, en una cálida noche de febrero del año de Nuestro Señor de 1294. Tres semanas más tarde, el papa Bonifacio nombró Santa de la Iglesia a Sor-Teófila7 Primitiva del Cupón Bendito, patrona de los ludópatas. Descanse en paz, amén.
(1) Lo de casarse con Dios fue más bien una segunda opción: en realidad ella hubiera preferido hacerlo con un ingeniero aeronáutico, sin saber que dicha profesión aún no había sido inventada.
(2) El señor arzobispo, gran amante de los animales, mantenía una recova de cuatrocientos caniches, tres de los cuales llegaron a santos por méritos propios, pero ya nos ocuparemos de ellos en otra ocasión. Para alimentarlos a todos fueron necesarios, aparte de los amorosos cuidados de las hermanas Zarrapastrosas, los diezmos combinados de toda la Baja Sajonia durante cincuenta años, los justamente llamados lustros de la hambruna perruna. Pero no paraba ahí su amor por los animales: el arzobispo se enamoró de Polly, una oveja de raza Hampsire, con la que tuvo siete hermosos corderitos ilegítimos. Aquellos eran otros tiempos, más inocentes y felices que los de ahora.
(3) La versión oficial recogida en los libros de Historia echa la culpa de aquel incidente al gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, pero en realidad los responsables de todo aquel desaguisado fueron los controladores aéreos.
(4) Sor-Teófila era muy devota de san Cernícalo, a quien rezaba antes de comer pollo asado, su plato favorito.
(5) En realidad, la primera lotería de la historia fue inventada por los guerreros de la tribu Tepanaka de Papúa-Nueva Guinea en el siglo III a.C. El más valeroso de los guerreros montaba una administración de lotería hecha de juncos bajo las frondosas ramas del árbol sagrado de la tribu y vendía participaciones a sus compañeros por un precio de veinte puntas de flecha cada una. Posteriormente se celebraba un sorteo en el que los niños de la aldea cantaban las cifras del premio; al afortunado ganador, normalmente el miembro más gordo de la tribu, el resto de los guerreros se lo comía. La tribu Tepanaka se extinguió rápidamente, pero aun hoy en día se habla del Premio Gordo en honor a aquella pintoresca tradición.
(6) Curiosamente, en esas mismas fechas la congregación pasó a llamarse Hermanas Elegantísimas del Altar Dorado de Nuestra Señora de los Abrigos de Visón.
(7) Las malas lenguas que rumorean que en el nombramiento tuvieron algo que ver los siete millones de maravedíes que las monjas regalaron al papa, tienen toda la razón.
(6) Curiosamente, en esas mismas fechas la congregación pasó a llamarse Hermanas Elegantísimas del Altar Dorado de Nuestra Señora de los Abrigos de Visón.
(7) Las malas lenguas que rumorean que en el nombramiento tuvieron algo que ver los siete millones de maravedíes que las monjas regalaron al papa, tienen toda la razón.
5 comentarios:
Jajajajajajajaja!!!!!
GENIAL!!!!
Y lo del enlace a la SGAE,m'ha matao.....XD
Me encantan estas inspiradas hagiografías religiosas tan propicias para estas fechas de recogimiento, oración y frugalidad. Que paz al pensar a los caniches del señor arzobispo cantando "Que alegría cuando nos dijeron...".
Sufur, pobres como seguimos siendo, me gustaría que te pusieses en contacto vía el e-mail de mi perfil (seriedad garantizada, ja!).
Qué bueno!!!!
Cuando publicó San Cernícalo, estuve tentado de hacerle unas miniaturas de la vida y obra de sus santos... creo que es una idea a recuperar... tendrá noticias mías.
Palabra: solas
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