diciembre 13, 2013

Próxima parada, Vodafone Sol

No, no vuelvo de viaje a Madrid otra vez. Acabo de volver de Canarias, por Dior, déjenme descansar.

El título de hoy viene por este nuevo peldaño que hemos descendido en nuestra escalera a los abismos de la comercialización de absolutamente todo. Empezó con la esponsorización de la cultura: de repente empezaron a suceder cosas tales como que el Teatro Calderón de toda la vida pasara a llamarse Teatro Häagen-Dazs (y posteriormente Teatro Caser Calderón). Luego vino la conversión de la decoración navideña en propaganda descarada de compañías telefónicas. Y desde hace ya bastantes meses tenemos que la castiza parada de metro de Sol ahora se llama Vodafone-Sol. Me imagino qué cara se le debió poner a la señora que pone la voz a la megafonía del metro cuando le pidieron que grabara el nuevo nombre...

No es que me moleste por lo feo que resulta: es que me indigna y me asusta que hasta los espacios públicos de nuestras ciudades se estén convirtiendo en vallas publicitarias. Mal me parecía lo de los teatros, pero al fin y al cabo es entendible que un teatro es un negocio privado y que el empresario puede hacer lo que considere apropiado por ingresar unos euros en su cuenta. Que ocurra lo mismo con estaciones, plazas, calles y parques me parece indignante y aterrador.

Pero como soy lo suficientemente viejo y cínico como para saber, a estas alturas, que cuando no puedes vencer a un enemigo debes unirte a él, no solamente no me opongo a la venta descarada de bienes comunes a los logotipos corporativos, sino que además propongo nuevas ideas:

Porque, ¿no sería divertidísimo hacer un recorrido en metro por Madrid empezando en la estación de Támpax-Moncloa, cogiendo la línea Puleva con Omega 3, haciendo trasbordo en la estación de McDonalds-Callao, para llegar a Fajas Soras-Ópera? Así uno podría salir a visitar el Palacio Real Madrid F.C., admirar la fachada neoclásica de la Catedral de Mercadona, recorrer las callejas del Madrid de Austrias-Volkswagen, pararse a tomar una relaxing cup of café con leche en la Plaza del Banco de Sabadell, bajar por la Calle Seat Toledo, contemplar las escenas más castizas del barrio de Samsung y acabar la velada tomando unas tapas por las venerables tascas de L'Oréal Con Colágeno Juvenil. 


¿Pero por qué parar en los nombres de estaciones, monumentos y calles? Yo propongo que pasemos a esponsorizar directamente a nuestros hijos. Así no habrá problemas ni discusiones a la hora de elegir los nombres: si es niña la llamaremos Pepsi y, si es niño, Seguros Ocaso. La compañía en cuestión, a cambio de que la criatura lleve tatuado el logotipo de la empresa en la frente, pagará a los padres el material escolar de los niños, o les regalará calcetines durante toda la vida. Pero lo mejor de todo es que al ritmo que vamos no hará falta ni que sea una multinacional la que esponsorice a las nuevas generaciones: por un mendrugo de pan seco la gente dejará encantada que sus hijos se llamen Freiduría Manolo, Pensión Paqui, Restaurante Chino Gran Muralla o Club Para Caballeros El Pezón Feliz, con descuentos razonables en los locales correspondientes.

¡Todo son ventajas!

3 comentarios:

Unknown dijo...

La primera vez que vi lo de Vodafone-Sol también pensé WTF???

DiegoC dijo...

Pues es más que eso: cuando se anuncia la próxima estación, la locución dice,literalmente: "próxima estación:VODAFONE SOL.Correspondencia con las líneas 1,2 y/o 3 (dependiendo de qué línea hayas tomado):VODAFONE (sin SOL), y RENFE CERCANIAS"

Pepe dijo...

Bueno..yo pensaba que el espantajismo en España no podía llegar mas alla, pero si, si se puede.....
Lo próximo es que el Congreso de los Diputados pase a llamarse Congreso-FCC de los Diputados o el ayuntamiento sea Ayuntamiento-Bankia de Madrid.

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