diciembre 02, 2008

Pintor de Perros

El Chesterfield Mayfair es un hotel inglés hasta la médula, con su recepción en terciopelos rojizos, su personal obsequioso hasta límites abyectos, sus suelos enmoquetados, sus ascensores empapelados, su ejército de camareros llegados de las cuatro esquinas del Imperio -incluida España- y su comedor con paredes cubiertas de cuadros al óleo. Cuadros de perros.

Ahí estaba yo, zampándome unas generosas rodajas de black pudding con huevos fritos y observando con expresión atónita esa galería de pekineses, podencos, mastines, collies y terriers mirándome con ojillos policromáticos, y preguntándome qué tipo de persona podría llegar a especializarse en pintar perros como forma de ganarse la vida. Más aún, qué clase de enfermo mental podría considerar de excelente gusto decorar un salón con ese tipo de cuadros. Acabado mi desayuno, me acerqué a uno de los cuadros para mirar la placa:

E. M. Flabbergast
(1812-1879)

Movido por la curiosidad, a mi vuelta realicé una serie de indagaciones bibliográficas, cuyo resultado es el siguiente:



Edmund Maurice Flabbergast (Aberystwyth, 1812 - Brighton, 1879). Artista británico, universalmente considerado como el mejor pintor de perros de su generación. Sin embargo, su talento no fue siempre reconocido y su personal estilo causó grandes dosis de controversia entre los paisajistas y naturalistas de la época.

Flabbergast tuvo una infancia atormentada. Su padre, un vicario anglicano de rígidas costumbres, quería que su único hijo varón trajera la gloria al apellido familiar convirtiéndose en pintor de bodegones. A tal efecto, contrató a los mejores maestros que su humilde sueldo de vicario podía pagar. El joven Flabbergast fue pacientemente instruido en los secretos del dibujo de peras, manzanas, racimos de uvas y jofainas de agua, sin ningún efecto en absoluto. Sencillamente, el muchacho era totalmente incapaz de pintar ninguno de estos objetos de naturaleza muerta. Esto causó numerosas discusiones en el seno familiar, lo que convirtió a Flabbergast en un muchacho amargado e introvertido. Pasaba largas horas escondido en el campo, con su libreta de bocetos, donde observaba a los pastores e intentaba captar la belleza del entorno con sus lápices. Intentó dibujar la serenidad de la campiña de Gales, sin ningún éxito. Intentó retratar a los pastores en su bucólica actividad, fracasando miserablemente. Probó a dibujar las blandas y suaves formas de las ovejas, con penosos resultados. Finalmente, una tarde de mayo se dedicó a dibujar a un perro pastor que descansaba bajo la sombra de un árbol. El resultado fue sorprendentemente bueno. Cierto es que el perro era un pastor alemán de pelaje oscuro y que Flabbergast lo que pintó fue un perro de aguas de color canela, pero al menos era un avance. Emocionado, Flabbergast corrió a la vicaría para comunicarle a su padre que sería pintor de perros.

Aquello fue la debacle. El vicario, enfurecido, amenazó con excomulgar y desheredar al muchacho, todo a la vez. Flabbergast, por su parte, no cedió ni un ápice en su intención de convertirse en el mejor retratista perruno del mundo. La relación paternofilial llegó al punto de ruptura y Flabbergast huyó de casa, decidido a labrar su camino en los círculos artísticos de la gran ciudad. Tras una etapa de tres años en Cardiff, donde pintó sus primeros cuadros muy lejos aún de su madurez artística -en lo que se ha venido llamando su "etapa canina menor"-, Flabbergast se mudó a Londres, donde conoció en rápida sucesión a los dos amores de su vida: la joven Evelyn O'Dogherty, una humilde y hermosa peluquera de perros irlandesa, y la absenta. Flabbergast se pasaba las horas bebiendo y observando a Evelyn mientras ésta cortaba el pelo, bañaba y peinaba a los chihuahuas de la baronesa Fleetwood, que se convirtieron en los modelos para los primeros cuadros de Flabbergast que empezaron a ser conocidos en la alta sociedad británica. Los chihuahuas de la baronesa parecían más bien golden retrievers en los cuadros de Flabbergast, pero sin embargo sus miradas inmortalizadas al óleo tenían una cualidad definitivamente chihuahuesca que encantó a lady Fleetwood, quien empezó a recomendar a sus amigas los servicios del joven pintor.

En efecto, los cuadros de Flabbergast no suelen ser anatómicamente precisos, pero sin embargo son capaces de transmitir con total exactitud toda la gama de sentimientos caninos de sus modelos, envueltos en una atmósfera de elegancia y refinamiento muy al gusto de la sociedad británica de la época.

De esta época provienen sus obras más frescas y alegres: san bernardos que parecen gran daneses, bóxers con aspecto de rottweilers, pekineses similares a lhasa apsos y un sinfín de queridas mascotas dibujadas en una atmósfera intimista y colorida, como por ejemplo este "dálmata" pintado en 1839:


Su prueba más dura llegó en 1842, cuando la propia esposa del Primer Ministro le encargó un retrato de su querido schnauzer "Mr. Peebles". La oficina del Primer Ministro no escatimó en gastos para conseguirlo, llegando a encerrar a Flabbergast, al perro y a media docena de sirvientes en una cottage del condado de Surrey con la prohibición de salir hasta que el retrato fuera terminado. Flabbergast, agobiado por la presión, sufrió una crisis nerviosa y un bloqueo artístico que le impedían pintar, haciendo que se diera a la bebida. El hecho de que Mr. Peebles fuera un perro malcriado, de mal carácter y un pésimo modelo no ayudaba para nada. En el diario personal de Flabbergast podemos leer:
13 de mayo. Mr. Peebles sigue sin colaborar. ¡Detesto a este chucho engreído! Se niega a dar la patita y sólo se sienta si oye la orden correctamente pronunciada en alemán con acento de la Baja Sajonia. Por desgracia, mi alemán deja bastante que desear y la última vez que intenté que Mr. Peebles se sentara me entendió mal y acabó tirándose a la yugular de la doncella. Espero que la pobre sobreviva. Este perro tiene gustos demasiado refinados: sólo come filet mignon a la pimienta, y todas las mañanas necesitamos que un peluquero francés le retoque los lazos del pelo. A este paso, se nos va a acabar el presupuesto echando chispas. ¿Tendría razón mi padre y me habré equivocado de profesión? Hoy he intentado pintar unas fresas, pero en su lugar sólo he conseguido dibujar una cacería de galgos. Es deprimente. Nota: necesito dos garrafas más de absenta y calcetines limpios.
La situación se alargó más de la cuenta y Flabbergast intentó varias veces estrangular a Mr. Peebles, hasta que en un arranque de inspiración decidió por un momento dejar de beber absenta y dársela en su lugar al perro. Fue mano de santo. Mr. Peebles se volvió a partir de ese momento dócil y acomodaticio, y Flabbergast pudo por fin acabar el retrato. La esposa del ministro se mostró encantada, declarando: "¡jamás había sospechado que Mr. Peebles era en realidad un dogo alsaciano!", y el cuadro adquirió de forma inmediata una fama que sacudió todas las Islas Británicas.

A partir de ese momento los encargos le llovieron encima a Flabbergast. Pero mientras que su vida profesional se colmaba de éxitos y de escenas de cacería, su vida personal se convertía en un infierno. Evelyn, como buena irlandesa, se casó con un ahormador de sombreros católico, dejando a Flabbergast sumido en la mayor de las desesperaciones. Su tristeza y su tormento se dejan notar en su "etapa oscura", como podemos observar en esta "pareja de galgos":


Movido por la desesperación y presionado por las convenciones sociales, Flabbergast se casó con Ms. Porcupina Rayleigh, envejecida dama presidenta a la sazón de la Sociedad Protectora de Animales, cuyos encantos no habían disminuido con la edad: habían desaparecido por completo. Fue un matrimonio sin amor, por salvar las apariencias, cuyo fruto fueron cinco dóbermans de los que a continuación reproducimos el retrato:


La lista de éxitos de Flabbergast siguió creciendo, con inmortales retratos que hoy se exponen en las principales pinacotecas del mundo: "Fifí royendo un hueso", "Toby", "Caniche mirando al horizonte", "Lulú y Galletas en la cacería del zorro" y un largo etcétera. Todas casa de la nobleza y la burguesía británica que se preciara tenía que tener al menos un Flabbergast. Actualmente, la mayor colección de Flabbergasts del mundo se encuentra en el ala oeste del British Museum, seguida de cerca por la excelente colección del comedor del hotel Chesterfield Mayfair de Londres.


E. M. Flabbergast murió en su residencia de veraneo de Brighton, en compañía de su detestable esposa y una camada de lebreles afganos. Sus restos reposan hoy en día en el Panteón de Hijos Ilustres de la Gran Bretaña. Descanse en paz, amén.


14 comentarios:

gaysinley dijo...

Me encantan los perros pero al natural. Pero me horroriza este lado british tan recargado y repollo.

Interesante la vida del tipejo, aunque siempre me ha parecido más interesante la perfecta interrelacción entre el estado de ánimo de un pintor y la luz de sus obras, e incluso que se te vaya la inspiración por tanto desánimo.

Yo que soy un aficcionadillo, estuve dos años sin pintar (crisis postruptura), era incapaz de coger un pincel, los miraba y me entraban los siete males, bloqueado. Sin embargo cuando pinto me gusta darle luz y colorido, vida!

http://isolee-gsl.blogspot.com/2007/10/mis-obras.html

Besos. Alber

Johny Idea dijo...

¿Seguro que los cuadros están el British o es más bien la National Gallery? Encontrar estos cuadros cerca de los frisos del Partenon, de los relieves asirio-babilónicos, del vaso Portland o de las piezas de ajedrez de la isla de Lewis me da grima (es que en materia pictórica soy muy inculto, lo reconozco).

Y por curisosidad, si es que tenía, ¿las tarimas del hotel crujían con cada paso? Todos los hoteles que he visitado, con mayor o menor grado de cutrería, museos e incluso palacios reales (el de Edimburgo) tienen tarimas que crujen al más mínimo paso.

Unknown dijo...

hola!
bueno la verdad esta bastante interesantes este post!
me encantan los perros y tengo uno de "marca" (jejeje...) Samoyedo. Y es divino, mira esta es una foto de la raza de èl:

Foto Samoyedo

Bueno loco nos vemos.
Bye bye.

BIRA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
BIRA dijo...

Estoy tonta. El comentario suprimido es mío. Una larga historia. En fin, que digo yo que los ingleses son muy horteras para la decoración, y tú tienes una imaginación que desborda, eh!

Estás que te sales!

Nils dijo...

perros no, gracias. De todos modos, vayua vida más 'achuchada', nunca mejor dicho, la de un pintor de perros...

Anónimo dijo...

jaa per que barbaro, cari, tu vas a tener que juntar todos estos perfiles en un libro

"Perfiles imposibles de famosos muy posibles" jjaa Vaya trabajo de recopilación y de ingenio, cari, menos mal que no tienes ganas ni tiempo...¡pa matarte! jajaja

Bezos

Anónimo dijo...

My dear Sufur:

Tengo que confesar que no me entero mucho de tu blog, pero me ha rechiflado la entrada del pintor de perros. Directamente a favoritos.

Bexxxos.

Roberto

Peritoni dijo...

Muy bueno.
Te encargaré, cuando llegue el momento, el libro de mis memorias. Si la Reina lo hubiera hecho, en lugar de dejarse engañar por la abyecta Pilar Urbano, otro gallo le hubiera cantado... o perrito aullado...

Sufur dijo...

Tenéis que comprendelo: Sufur es un dios perruno. No es de extrañar que me sea un tema muy cercano...

Por cierto, Roberto: yo tampoco se lo pillo. El sentido. Tengo un blog con crisis de identidad y de fontanería. Así son las cosas, y así se las hemos contado.

GSL: desconocía tu faceta más artística. ¡Me encantan tus cuadros! Llenos de color y vida. El que más me ha gustado, "muelle". Estás lleno de sopresas, chico, y de las agradables...

Me apunto lo de la biografía regia, Peritoni...

Sr. Idea: en el British, en el British. Los cuadros de Flabbergast son ideales para tapar goteras, y sabe Dios que el clima de Londres hace estragos en los edificios públicos.

Preciso perro, Max. Debe pasar unos calores en verano, el pobre...

Jajaja Bira te tengo calada: dices por amabilidad que ha sido un error pero sé que en realidad lo has hecho a propósito para ayudarme a subir el número de comentarios por post... :-)

Thiago, tú crees que existirá alguna relación oculta entre la obra de Flabbergast y la de Feliciano Teixeiro, ese tuberculoso conocido tuyo?

¿Qué tal va tu dedo, Nils?

Besos y perros para todos,

MM de planetamurciano.tk dijo...

Mira ke soy barroco, pero esa habitación llena de cuadros de perros me parece sobrecargada hasta pa mí.
A veces da la impresión de ke los ingleses kieren más a sus perros...

hm dijo...

Jjajajajaja, anda que te has quedado a gusto... "etapa canina menor", jajajajaja.

BIRA dijo...

A pesar de lo muchísimo que te aprecio (tú lo sabes, o deberías) yo jamás haría eso (léeme colorada, please).

Besotes!!!

Thiago dijo...

cari, has sacado hoy a pasear ya a los perros? jaajja

Bezos.

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