Leer tu última misiva me dejó totalmente patidifusa, si bien es cierto que bastante más difusa que pati. En cuanto supe de la pérdida del abuelo, querida amiga, me lancé a hacer todo lo que estuviera en mi mano para ayudarte a encontrarlo: busqué debajo de las camas, en el armario de las escobas, en la alacena de las mermeladas e incluso en el taller mecánico de Adelina. Pero nada: el abuelo no ha aparecido por ninguna parte. Lamento vuestra sensible pérdida y deduzco que ahora sois pobres como ratas. Ahora que no están el abuelo y su generoso fondo de pensiones, que a Reginald ya no lo quieren para hacer experimentos ni los laboratorios menos escrupulosos y que tú jamás has sabido hacer nada de provecho, ¿cómo os las vais a apañar para mantener vuestro humilde tren de vida? Con lo que a tí te gusta el whisky de veinte años... Supongo que Enriqueta podrá contribuir un poco si vuelve a su antiguo empleo en la casa de citas, aunque su cuerpo ya no es el que era después de tantas cesáreas.
Pero no te preocupes, querida. Las amigas estamos para socorrernos unas a otras. Yo voy a ayudarte, ya lo verás. Como sabrás, también nosotras hemos tenido que agudizar el ingenio para poder salir adelante económicamente. Las pensiones que nos dejaron nuestros difuntos maridos -que Dios los tenga en la gloria, a ser posible bien lejos de aquí- no nos llegan ni para pipas. Para poder darnos algún caprichito de vez en cuando tuvimos que abrir un humilde negocio de tráfico de armas, que en realidad -y que esto no salga de aquí- no es sino la tapadera para un negocio mucho más lucrativo: la venta de tartas de ruibarbo para cafeterías pijas de la capital. Gracias a la receta secreta de Adelina, heredada de su difunta tía-abuela (la legendaria modelo de pies de los años veinte, famosa por sus anuncios de callicidas, por cuyas uñas bebía los vientos el mismísimo Winston Churchill), este pobre par de viejas ha podido vivir holgadamente. Tan holgadamente, de hecho, que a Adelina cada vez la confunden más frecuentemente con el zepelín Hindenburg, pero esa es otra historia.
El caso es que he conseguido que Adelina me dé su famosa receta secreta para compartirla contigo. No ha sido fácil: tuve que rogarle, suplicarle y adularla durante semanas. Apelé a sus buenos sentimientos, a su ética y a su raciocinio... sin ningún resultado en absoluto. Finalmente, opté por el clásico recurso de la extorsión, amenazando con hacer públicas ciertas fotos en las que aparece junto a un arenque ahumado, ambos en actitud francamente libidinosa. Esta última maniobra tuvo éxito y al final, aunque a regañadientes, Adelina ha accedido a hacerte partícipe de su secreto, siempre y cuando te comprometas a no divulgarlo por ahí. Dados tus problemas con el alcohol, sé que te resultará difícil, pero confío plenamente en tu discreción, y además Adelina tiene muy buena relación con la Mafia Austrohúngara...
Gracias a esta receta podrás sacar adelante a tu familia disfuncional. Ya verás cómo te quitarán las tartas de las manos. He aquí la receta:
En cuanto a la Mezcla Especial de Adelina, su composición es en el fondo bastante sencilla: tres partes de cocaína, dos partes de nicotina en virutas, un ramito de vainilla y, atención porque esto es fundamental, una pizca de pingüino rallado. Este último detalle, afirma Adelina, es lo que le da el toque final de sabrosura a la tarta, por lo que te recomiendo que te hagas con un rallador de pingüinos y te hagas socia del zoológico local lo antes posible.
Ya verás qué bien todo.
Con todo cariño, se despide tu amiga del alma
Pero no te preocupes, querida. Las amigas estamos para socorrernos unas a otras. Yo voy a ayudarte, ya lo verás. Como sabrás, también nosotras hemos tenido que agudizar el ingenio para poder salir adelante económicamente. Las pensiones que nos dejaron nuestros difuntos maridos -que Dios los tenga en la gloria, a ser posible bien lejos de aquí- no nos llegan ni para pipas. Para poder darnos algún caprichito de vez en cuando tuvimos que abrir un humilde negocio de tráfico de armas, que en realidad -y que esto no salga de aquí- no es sino la tapadera para un negocio mucho más lucrativo: la venta de tartas de ruibarbo para cafeterías pijas de la capital. Gracias a la receta secreta de Adelina, heredada de su difunta tía-abuela (la legendaria modelo de pies de los años veinte, famosa por sus anuncios de callicidas, por cuyas uñas bebía los vientos el mismísimo Winston Churchill), este pobre par de viejas ha podido vivir holgadamente. Tan holgadamente, de hecho, que a Adelina cada vez la confunden más frecuentemente con el zepelín Hindenburg, pero esa es otra historia.
El caso es que he conseguido que Adelina me dé su famosa receta secreta para compartirla contigo. No ha sido fácil: tuve que rogarle, suplicarle y adularla durante semanas. Apelé a sus buenos sentimientos, a su ética y a su raciocinio... sin ningún resultado en absoluto. Finalmente, opté por el clásico recurso de la extorsión, amenazando con hacer públicas ciertas fotos en las que aparece junto a un arenque ahumado, ambos en actitud francamente libidinosa. Esta última maniobra tuvo éxito y al final, aunque a regañadientes, Adelina ha accedido a hacerte partícipe de su secreto, siempre y cuando te comprometas a no divulgarlo por ahí. Dados tus problemas con el alcohol, sé que te resultará difícil, pero confío plenamente en tu discreción, y además Adelina tiene muy buena relación con la Mafia Austrohúngara...
Gracias a esta receta podrás sacar adelante a tu familia disfuncional. Ya verás cómo te quitarán las tartas de las manos. He aquí la receta:
Ingredientes:
1 Tarta de ruibarbo
10 gramos de Mezcla Especial de Adelina
Preparación:
Se compra una tarta de ruibarbo en el supermercado. Se mezclan los ingredientes de la Mezcla Especial de Adelina. Se espolvorea la tarta con la Mezcla Especial. Es importante realizar todo el proceso llevando como protección una mascarilla de hospital o, preferiblemente, una careta antigás de la Primera Guerra Mundial. Se deja reposar el conjunto durante un par de horas y se vende la tarta al primer incauto que se presente.
En cuanto a la Mezcla Especial de Adelina, su composición es en el fondo bastante sencilla: tres partes de cocaína, dos partes de nicotina en virutas, un ramito de vainilla y, atención porque esto es fundamental, una pizca de pingüino rallado. Este último detalle, afirma Adelina, es lo que le da el toque final de sabrosura a la tarta, por lo que te recomiendo que te hagas con un rallador de pingüinos y te hagas socia del zoológico local lo antes posible.
Ya verás qué bien todo.
Con todo cariño, se despide tu amiga del alma
Margaret
8 comentarios:
A ver dónde consigo yo un ramito de vainilla para hacerme una tarta de ruibarbo. Cómo son de complicadas algunas recetas...
Yo no me acerco a un pingüino rallado ni loco.
y que le siente tan bien la ropa interior azul...
Genoveva y Margaret cada vez dan más miedo
Y estas bu3enas señoras no querran jugar al parchis con mi abuela fantasma, hombre? Mi abuela cocinar ya no va a cocinar, pero les puede traer y llevar noticias a los maridos ya fallecidos,jjajaj
Bezos.
Por eso soy tan mal cocinero, Starfighter...
¡Lo difícil debe ser rallarlos vivos, Allau!
Al Churchill le sienta bien todo, y sobre todo nada, querido Nils ;-)
¿Por qué, Nyc? Si son dos señorucas encantadoras...
Yo a Margaret y Genoveva, Thiago, las veo más de jugar al bridge, pero seguro que también se lo pasaban bien con el parchís, si hay ginebra de por medio. Estoy convencido de que se llevarían genial con tu abuela fantasma :-)
Yo quiero un rayador de pingüino, ¡YA!
Esta receta de ruibarbo me es más difícil de entender ke cuando escribe sobre ciencias...
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