Dicen en el telegiornale que en Toscana este ha sido el mes de noviembre más lluvioso de los últimos veinte años. No sé si será cierto, pero yo nunca había visto el Arno tan alto. Durante el día hace más honor que nunca al apodo que yo le puse durante mis años toscanos: il fiume Caffè Latte. De noche es un espectáculo de remolinos reflejando de forma cambiante las hileras de farolas del Lungarno. Claro que nada de eso se nota en estas fotos de larga exposición:
Es impresionante constatar cómo una superficie líquida turbulenta se convierte en un espejo pulido con apenas dejar abierto el obturador diez segundos. En esta vida, todo es cuestión de óptica y de escalas de tiempo.
7 comentarios:
Pos será cuestión de optica, pero a mí no me salen las fotos tan chulas como a usted!
... y de quedarte MUY QUIETO!!! XD
Qué poca gente de cruising un miércoles a las dos de la mañana, ¿no?
Solo yo, Mocho :-(
PD: palabra de verificación: pollog
Y del color del cristal, ¿recuerdas?
En tu caso amarillo!, ;-)
Me gusta tanto el estacionario como el instantáneo. Cada uno tiene su propia forma de belleza.
wow, magnificas fotos. Yo me acuerdo del Arno en Florencia pero no se veía tan bonito. Quizás fue porque yo era adolescente y sólo miraba a los policías.
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